David fue Goliat

Alberto Moreno
-

Meritoria remontada en inferioridad del Becerril

David fue Goliat - Foto: Óscar Navarro

Se llama David Martín Terán, tiene 20 años. Delantero de referencia, de los que quedan pocos. Formado en las secciones inferiores del San Juanillo antes de dar el paso al ClubInternacional, con el que logró el ascenso a División de Honor. El pasado año logró con el Becerril el ascenso a Tercera y este año de su debut en Tercera jugó la Copa del Rey ante la Real Sociedad. Él solo lleva la mitad de los goles de su equipo en esta campaña, nueve. Goles que dan puntos, como los dos de ayer. Es hijo del que fuera central del desaparecido CFPalencia Fran. Curiosamente, otro de los goleadores de ayer, Rubén Sierra, también lo es de otro excentral morado, Luis Sierra. David ayer fue un gigante, el jugador que llevó a su equipo a una remontada impensable tal como se estaban desarrollando los acontecimientos.

El vital encuentro ante el Real Burgos se estaba disputando con cierta tranquilidad, sin desasosiego por ambas partes, sin apenas llegadas y ocasiones, más allá del centro de Adrián a los 22 minutos que se envenenó y se fue a la cruceta. Daba la sensación que el Becerril tenía algo más para llevarse el partido, que lo estaba cocinando a fuego lento. Pero todo cambió cuando el colegiado, en una  decisión cuestionada y cuestionable, mandó a la caseta por roja directa a Kike en el minuto 42, cuando bien pudo haberlo saldado con una amarilla.

Nada nuevo bajo el sol para el Becerril. Ya ha vivido situaciones parecidas en esta temporada, tiene callo. Por ejemplo en la jornada 10, cuando se quedó con diez jugadores por roja a Sierra a los 22 minutos y acabó ganando al Santa Marta gracias a un gol de David, cómo no.

Pero en esta ocasión rizó más el rizo. A los cinco minutos de la reanudación, el Real Burgos se adelantaba en una de las contadas ocasiones con peligro en las que había llegado. Todo lo hablado en el vestuario quedó en la nada en un plumazo.

Pero este Becerril tiene una gran virtud, no arroja la toalla, se crece ante la adversidad. Parapetado en un 4-4-1, con ocho manteniendo el orden y uno descolgado peleando balones imposibles, logró lo increíble.

David era un incordio para la defensa burgalesa, solo ante el mundo. Cualquier balón que le llegaba, con o sin ventaja, lo convertía en una situación de peligro y en diez minutos lograba darle la vuelta al marcador gracias a dos grandes acciones. Una, haciendo buena una asistencia y otra, luchando por un balón imposible que acabó en globo al portero, remachando con una plancha de cabeza. En pleno desconcierto visitante, llegó el tercero local en un muslazo de Rubén Sierra. El postrero gol del Real Burgos sólo valió para dar cierta emoción. Cierre a un año de ensueño.