Arquitectura vital

Jesús Hoyos
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Entusiasta de la naturaleza, sus raíces palentinas inspiran sus trabajos actuales. Boris Aparicio, músico y arquitecto, comparte con 'DP' sus diez lugares

Arquitectura vital

PASIONES. La arquitectura, la música, el teatro y la naturaleza. Amante de su tierra palentina, está orgulloso de trabajar y vivir en ella. Apasionado por el enfoque multidisciplinar, siempre está en constante aprendizaje.

 

TRAYECTORIA. Arquitecto por la UVa, con estudio propio en Palencia y proyectos por la región. Especializado en construcción con paja e iluminación y enfocado en la ecoarquitectura («hoy no deberíamos necesitar ya el prefijo eco- para hablar de una arquitectura necesariamente sostenible»). Músico (bajista y contrabajista) integrante de dos grupos germinados en Palencia: Abrakabalkan (folk-mediterráneo) y Tocarse el Funk (latin-funk). Ha colaborado en proyectos de artes escénicas en los ámbitos de la iluminación, la escenografía y los espacios sonoros.

 

1.El Cerrato y sus valles.  «Frente a la majestuosidad de la Montaña Palentina o la inmensidad de los horizontes que componen Tierra de Campos, hallamos en el territorio cerrateño un lugar para la sutileza y el deleite de los sentidos. Sus valles alargados, suavemente curvados, sus colores estacionales, su arquitectura popular y el sabor de sus productos forman parte de mí. Aquí, yendo de pueblo en pueblo, en bicicleta, descubriendo caminos, oliendo a lavanda, tomillo, romero, cruzándome con rebaños, respondiéndome siempre a qué hay tras esa colina, he disfrutado desde mi infancia de este territorio».


2.Nuestra arquitectura popular. «No tratándose de algo concreto, hablar de arquitectura popular palentina sí nos evoca imágenes y/o experiencias concretas, y es porque nuestra provincia está cargada de ejemplos construidos, repletos de sabiduría y conocimiento. Ya sean casas, bodegas, palomares, chozos o casetas (entre otros), estas construcciones de más de un siglo en la mayoría de casos se hacían bajo criterios de estricta economía, con consecuencias más ecológicas que las que hoy puedan proporcionarnos las más altas tecnologías. Es toda una suerte fijarse y poder aproximarse a esta arquitectura».


3.Palomares de Palencia.  «De pequeño siempre los veía a lo lejos. Me atrevería a decir que en toda cabeza palentina reside la imagen, el skyline que estos edificios definen en nuestro paisaje. Sin duda, bien de manera individual o como conjuntos, los palomares son un verdadero ejemplo de arquitectura y saber hacer popular. Presentan gran variedad de tamaños y formas, pero tienen algo en común: gracias a su materialidad (tierra, en su mayoría) son un auténtico centro de relajación y confort para las palomas. Animo al lector a encontrar la oportunidad de aproximarse a algún ejemplar, para dejarse cautivar por estas maravillosas construcciones».


4.La Mata de San Cristóbal.  «Se trata del roble carrasqueño o quejigo milenario que, desde lo alto del valle, vigila el pueblo de Villaconancio. En mi niñez, subir a la Mata era garantía de un buen paseo. Su situación lo hace el lugar perfecto para sentarse a disfrutar las vistas de todo el valle y sus cambios de tonalidades, desde Castrillo de Onielo hasta Cevico Navero. Aunque el árbol milenario hoy se encuentra bastante castigado por sucesivas tormentas de los últimos años, cuenta con numerosos hijos que terminarán repoblando de nuevo la colina».


5.Curavacas. «Para mí esta montaña es especial, es mi imagen de montaña. Desde niño nos hemos encontrado y reencontrado con cierta frecuencia, así que, de alguna manera, podría decir que también me ha visto crecer, cansarme, pensar, disfrutar, oler, imaginar, acariciar sus pastos, trotar entre sus piedras y refugiarme bajo sus sombras repletas de mil colores».


6. La Tejeda de Tosande.  «La primera vez que me encontré en este bosque y valle de ensueño fue partiendo del embalse de Ruesga, pasando por el Pico Almonga y el Pico de las Cruces. Lo he visitado en todas las estaciones y recomiendo encarecidamente una visita en esta época».


7.Barrio de El Carmen.  «El barrio palentino que me ha visto crecer, con sus callecitas peatonales, sus travesías, los soportales, aquel parque de madera que aún perdura, las fuentes, las pistas, el quiosco, la urba, el marqués, los vuelos antes de comer, las barras reservadas en la tienda de siempre donde nos conocían… Una integral y una sin harina para vosotros, decían. ¡Estaba clarísimo! La sensación de vivir en un lugar vivo, mío, que me acoge y me cría».


8.La calle Mayor en invierno.  «Algún tipo de magia envuelve a este espacio de la capital cuando llega el frío. El vaho, frotar las manos, el tacto de los guantes, castañas asadas para comer y sobre todo para calentarse ese ratito. Pero creo que lo singular es la cabida ofrecida a lo inesperado: quedarte escuchando a un músico o artista, pararte a hablar en medio de la calle incluso teniendo prisa porque pierdes la noción del tiempo… serendipia».


9.Teatro Principal.  «Siendo un niño, muchos miércoles por la tarde íbamos con el cole a este edificio. Qué suerte ir al teatro. Era un rato mágico en el que no podías perder detalle porque ese mismo viernes, además, don Félix mandaría como deberes escribir un cuento basado en lo que habíamos estado viendo. De aquella oscuridad surgían sonidos y colores que llenaban de interés nuestros ojos de chavalines inquietos».


10.Cines Ortega y Avenida.   «¿Deformación profesional? Tal vez. Desde pequeño, como la música y la arquitectura, me ha cautivado el cine, y sobre todo el hecho de ir al cine. Para mí significa disfrutar de un espacio-tiempo que se para, para mostrarte una película, una historia. Sin duda, esto en mi vida personal ha derivado en una profunda adicción a las palomitas (concluye Boris con humor)».