En una extensa llanura situada a muy pocos metros del casco urbano de Valdespina se encuentra una de esas infraestructuras que llaman la atención a quienes la observan por vez primera. Y es que en medio de cereales, y junto a una angosta carretera, se sitúa una de las instalaciones más punteras de la provincia, un descomunal radar aéreo que permite dar cobertura y servicio de vigilancia a los vuelos de la zona norte de la península.
Un inmenso edificio (de más de seis pisos de altura) que posee la última tecnología del sector y que, a pesar de que se controla de forma telemática desde Madrid, cuenta con una diáfana sala de control que deja fascinados a quienes la visitan, aunque el acceso es restringido y las fotografías están prohibidas por cuestiones de seguridad nacional. Y es que desde allí se controla un radio de unas 215 millas náuticas, el equivalente a una superficie aproximada de 500.000 kilómetros cuadrados.
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