No dudaría

O. Herrero
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Hasta una canción no demasiado alegre se agradeció al romper los incómodos silencios de un festejo que no llenó, ni mucho menos, unos tendidos de 'Campos Góticos' apáticos y poco cercanos a los rejoneadores

No dudaría, de Antonio Flores. Esa fue la canción que Pacharanga de León (acompaña a la Peña Pallantia) interpretó entre el tercer y el cuarto toro de la tarde. No es que sea una pieza muy alegre, pero hasta se agradeció que se rompiera el incómodo silencio de la plaza.  El público ayer estuvo en los tendidos como si en vez de en el coso visionara una película de esas de sobremesa en su casa. Frío, distante, apático, sin esperar efectos especiales o una trama sorprendente. Y bien hicieron en no ilusionarse con posibles fuegos de artificio, porque salvo pinceladas en momentos puntuales del ecuador de la última del ciclo, el resto de la corrida de rejones fue, vamos a decirlo, algo tediosa, insulsa, sin transmisión.
La mayor sorpresa de la tarde, y no agradable, fue la entrada. Apenas poco más de media para un festejo que en años anteriores lograba rozar el lleno. Primera duda. ¿Habrán dejado de gustar los rejones en Palencia o serán otras cuestiones?
Tampoco entre el público caras conocidas más allá de lo habitual. Es más, muchos de los fijos ayer se borraron. Destacó, en el callejón, la figura del director del Cuerpo Nacional de Policía, Ignacio Cosidó, que en ferias casi siempre acude a este festejo. También repitió de otros años el ex alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva. En barrera, el diputado provincial Villafruela y un poco más arriba, otro diputado y además alcalde Herrera de Pisuerga, Luis San Millán,  que se acercó a la plaza para ver a su paisano Héctor Barcenilla, que, si se fijaron, plantó banderillas a los toros con los colores de su pueblos: Saldaña (donde está su negocio familiar) y de Herrera (donde vive y tiene su cuadra): Verde y blanco y rojo y blanco.
Fue Barcenilla el que encendió la tarde. Y no fue por ser palentino o no únicamente, sino porque fue el que innovó un poco... banderillas a mano cambiada. Para él fueron los primeros aplausos cerrados. Porque, y ya es raro, con Pablo Hermoso, la gente no se implicó. Acabó de matar a su toro (es verdad que tardó en morir) y casi se podían oír los grillos. Imagínense una estepicursora, esa planta rodadora del desierto, en la arena del albero y tendrán la imagen de lo que se vivió. Duda. ¿Habrá dejado Hermoso de llegar al tendido palentino como lo hacía?
Con Manzanares, el único artificio celebrado por los tendidos fue la reacción de su primero al rejón de castigo. El toro lo único que quería era volverse para el campo, pero el picotazo lo espoleó y apretó al caballo ante el rugido del público que, tras eso, estuvo a punto de cambiar de canal. Porque no había mando...
Barcenilla cortó su oreja, la segunda en esta plaza desde su alternativa, ante el goce del personal y dejó al público predispuesto para el disfrute con Hermoso, pese al largo intermedio en el que el sonido del papel de aluminio al rasgarse y las latas al abrirse hicieron de banda sonora hasta el No dudaría.
Pablo pudo y supo subirse a la ola, arrancar aplausos de los tendidos y el callejón, donde presenciaron la corrida los alcaldes de Dehesa de Montejo, Abarca de Campos, Boada de Campos, Guaza de Campos, Villalaco, Castrillo de Onielo, Bárcena de Campos, representantes de Brañosera y Frechilla, y el subdelegado del Gobierno de Guipúzcoa, José Luis Herrador Gutiérrez, natural de Autillo de Campos.
También allí, los ediles de Becerril y Melgar de Yuso y los diputados provinciales  Granda y Arija. Por cierto, los últimos ganadores del pase para el callejón de la Diputación Provincial fueron Ilu Martín y Fernando Martín que allí estuvieron.
Tras el segundo paso por el ruedo de Manzarares, volvió Barcenilla y la Banda Municipal interpretó -como todos los años- Despedida, del palentino Francisco Pascual Paquillo. Pero ni la conjunción de música y toreo de la tierra sirvió para que el local abriera la puerta grande. 
Ese portalón dorado cerrado a cal y canto fue el  epílogo a una tarde plomiza (la única sin salida a hombros), pero no el resumen de una feria que ayer se dio por concluida y que dejará huérfanos de toros a los aficionados palentinos hasta dentro de un año. Dentro de 12 meses volverán. Seguro. No dudaría...