José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Plan B

20/11/2021

Pasada la conferencia sobre calentamiento global de la ONU en Glasgow (Escocia), reunidos 130 jefes de estado y presidentes de gobierno con la urgencia de reducir las emisiones de la quema de carbón, petróleo y gas que están calentando el planeta, uno se pregunta por las conclusiones que afectan a la casa donde vivimos y a garantizar la vida en nuestro planeta. Hasta ahora, las cumbres climáticas no han servido de mucho, puesto que los que más contaminan no aceptan de buen grado la reducción inmediata de los combustibles fósiles. Este año, Estados Unidos y algunos otros países ratificaron el tratado para combatir la «peligrosa interferencia humana en el sistema climático» y estabilizar los niveles de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Por muchos seguidores que haya movilizado la activista Greta Thunberg, Rusia, China, India o Brasil no van a reducir radicalmente las emisiones de carbono, aunque hayan anunciado cumplir algunas metas, los expertos consideran de poca relevancia. Los reunidos en la cumbre de Glasgow apenas representan el 10 por ciento de la población mundial y las medidas adoptadas sólo se cumplirán, mal que bien, por unos países que se van a esforzar en aumentar el coste de la energía con la transición a energías alternativas. Estamos pasando de un tiempo de desarrollo industrializado consumiendo y agotando los recursos de la tierra a una época digital, aunque nadie quiere prescindir del bienestar adquirido.
Pero lo malo de todo esto es que con la urgencia da la impresión de que en España no disponemos de un plan B. Nadie quiere prescindir de los viajes en avión, ni de usar el automóvil. Porque, aunque sea eléctrico, hay que producir electricidad para alimentar ese motor. Tampoco somos capaces de entender y frenar el exceso de consumo, de cosas inútiles. Frente al riesgo de desabastecimiento o de apagón, nuestro cerebro se lo cree todo y lo mismo actúa sobre un hecho real que ante era un peligro ficticio. Ante todo, debemos mantener la calma y evitar el pánico. El cerebro no distingue entre miedo real e imaginario y la respuesta orgánica es la misma en ambos casos.