«Sabemos más sobre el virus, pero también de la vida»

A. Benito
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La coordinadora de la consulta postcovid en el hospital Río Carrión cree que es «obligatorio» hacer una lectura positiva de la situación y destaca el «sentimiento de comunidad» desarrollado a lo largo del último año

«Sabemos más sobre el virus, pero también de la vida» - Foto: Juan Mellado

Nadie se podía imaginar hace un año hasta qué punto el Covid iba a cambiar nuestras vidas, ni que doce meses más tarde todo iba a seguir girando en torno al virus. 365 días después de que Pedro Sánchez decretara el estado de alarma, aún son muchas las incógnitas que rodean a una enfermedad que provoca reacciones muy diferentes en los pacientes. En junio de 2020, Palencia fue pionera en Castilla y León al poner en marcha una consulta monográfica para el seguimiento de los enfermos en el Complejo Asistencial Universitario. Diario Palentino habla con Cristina Sánchez, coordinadora de ese servicio.

En primer lugar, echemos la vista atrás. ¿Qué recuerdos tiene de hace un año? 

Echando la vista atrás, la primera sensación que tengo es la de saber mucho más, ya no de la enfermedad, sino de la vida. Por otro lado, me da miedo que esto no se acabe, que se vuelva a repetir, y me da mucha tristeza recordar los primeros días de confinamiento. También me sorprende cómo al principio, cuando íbamos entrando progresivamente a la zona Covid, lo hacíamos hasta con emoción y con muchísima ilusión porque pensábamos que el fin estaba cerca. Creíamos que si luchábamos muy fuerte y muy rápido todo esto llegaría a su fin. Como digo, ahora lo veo con sorpresa porque llevamos un año y estamos esperando la cuarta ola, pero en aquel momento las informaciones hablaban  de dos o tres meses. La verdad es que es una sensación que nunca había tenido, porque en realidad son muchas emociones mezcladas. 

«Sabemos más sobre el virus, pero también de la vida»«Sabemos más sobre el virus, pero también de la vida» - Foto: Juan MelladoEl desconocimiento, la incertidumbre y la falta de material marcaron los primeros días de lucha contra el coronavirus. En gran medida, la situación ha cambiado un año después. ¿Qué sabemos hoy de este pequeño gran enemigo que no sabíamos el 14 de marzo de 2020?

Sabemos las fases en las que actúa el virus, por qué se comporta de esa manera tan explosiva a nivel inflamatorio, lo que tenemos que pedir en la analítica y qué parámetros hacen que un paciente se ponga potencialmente malo y lo vigilemos más. Sabemos qué tratamientos debemos aplicar e incluso ha aparecido un antiviral dirigido directamente al virus. Es decir, sabemos más sobre su comportamiento y, sobre todo, tenemos la tranquilidad de que no vamos detrás de él, que era lo que nos pasaba al principio. En marzo del año pasado teníamos la sensación de ir siempre por detrás de la enfermedad. 

Los doce últimos meses han sido muy difíciles para todo el mundo, especialmente para los profesionales de la salud, que no han dejado de luchar en primera línea. ¿Cómo están los ánimos?

«Sabemos más sobre el virus, pero también de la vida»«Sabemos más sobre el virus, pero también de la vida» - Foto: Juan MelladoHemos pasado por muchas fases, esto es una montaña rusa de sensaciones y de reacciones. Como te decía, al principio estábamos muy emocionados y unidos, teníamos mucha adrenalina y afrontábamos la lucha trabajando mucho, muchas horas y muy fuerte. En verano nos relajamos bastante, de hecho, entre la primera y la segunda ola hubo un período de descanso que nos vino muy bien. Sin embargo, en Palencia, no ha habido tregua entre la segunda y la tercera ola, y ese ha sido el momento de mayor bajón. 

Venimos arrastrando un cansancio que nos hace estar bajos de ánimo y, además, hay que tener en cuenta que cada una de las personas que trabajamos aquí tenemos nuestra vida. Ha habido gente que ha sufrido pérdidas personales muy cercanas, otros se han infectado, también hay quienes tienen secuelas y no se pueden incorporar... Estamos, por tanto, en un momento de mucho cansancio, aunque la vacuna nos da muchísima esperanza. Nuestra previsión es que, si hay cuarta ola, no será muy grave, y que de aquí ya iremos para arriba. 

Por lo tanto, ahora se trata más de dosificar las fuerzas y de ejercer el control mental

Sí, por eso decía que con la pandemia hemos aprendido muchísimo de la vida, como por ejemplo a controlar los esfuerzos. También a priorizar lo urgente frente a lo que puede esperar.

Personas con patologías previas o de avanzada edad son, a priori, más vulnerables ante el Covid, pero también hay muchos casos de gente aparentemente sana a la que se le complica la enfermedad. ¿Se ha encontrado ya alguna explicación a este comportamiento del virus?

Al principio nos sorprendía por qué la gente joven se ponía tan explosivamente mala. Había pacientes a los que se veía en el ingreso y que a las dos horas podían bajar a la UCI con una analítica disparada, cosa que no pasaba con la gente mayor, a la que el virus se le complicaba por otros motivos. 

Enseguida nos dimos cuenta de que este virus, aparte de hacer una neumonía viral, provoca una reacción inflamatoria brutal. El sistema inmune de las personas jóvenes es mucho más sensible que el de los mayores y, por eso, reacciona de forma mucho más activa e intensa. Esta es exactamente la misma explicación a por qué la vacuna da más efectos secundarios a los primeros que a los segundos. Sin embargo, la mortalidad sigue siendo más alta en las personas mayores y con patología porque el cuadro se complica con sobreinfecciones bacterianas, con descompensaciones de enfermedades previas, etc. Esto también pasa con una gripe, con una agudización de EPOC o con una neumonía bacteriana de las habituales.

¿Quiere decir eso que la respuesta inmune en personas jóvenes resulta desmedida?

No. Es justo la que debería ser, una reacción inflamatoria muy alta porque nuestro sistema inmune está mucho más activo y completamente sano. Eso provoca lo que nosotros llamamos tormenta de citoquinas, que son células buenas que nos defienden, pero que producen en el cuerpo la inflamación del hígado, de las arterias, de los pulmones, etc. 

En ese sentido, ¿en qué ha cambiado la forma de tratar el Covid-19?

Sobre todo, hay diferencias en función del momento de la enfermedad en el que se encuentre el paciente. En los primeros diez días, que es cuando más se replica el virus, lo mejor es poner un antiviral. El único específico para el coronavirus es el Remdesivir. Después viene esa fase inflamatoria de la que hablaba, y ahí tenemos que intentar poner fármacos que disminuyan la respuesta inmune exagerada, como corticoides o del tipo de los biológicos. Son los mismos que utilizamos en las enfermedades autoinmunes. Entretanto, siempre aplicamos el oxígeno que necesiten los pacientes o heparina para que no hagan trombos. En cualquier caso, la mayor diferencia está en que pillemos a los pacientes en los primeros diez días para ponerles el antiviral e inhibir la replicación del virus desde el inicio.

Medio centenar de médicos de diferentes especialidades inició hace poco más de seis meses la consulta monográfica del Covid-19. ¿Cómo funciona exactamente este servicio?

Nos dimos cuenta de que el pulmón se recuperaba casi completamente en poco tiempo, pero después aparecían otras secuelas como las neurológicas y psicológicas o enfermedades autoinmunes, por eso creamos esta consulta específica de Medicina Interna, para dar un abordaje integral al paciente con secuelas del Covid. 

En esta consulta solo hay una internista, que soy yo, y se intenta derivar lo menos posible a otras especialidades para que el tratamiento sea integral, pero sí que dependemos mucho de otros servicios como los de Radiología o Neurofisiología, y de unidades como la de Salud Mental, donde hemos derivado a muchos pacientes por secuelas psicológicas derivadas de las físicas. Por tanto, desde esta consulta intentamos coordinar todas las pruebas y ver al paciente de forma general.

¿Cuántos pacientes han pasado por la consulta a día de hoy?

Casi 900, y este mes de marzo es el que más nuevos pacientes voy a ver, puesto que el pico de la tercera ola en la consulta se está viendo ahora. La consulta está llenísima de pacientes que estuvieron en planta y también de aquellos que nunca han tenido que ingresar, pero tienen secuelas. 

¿Podría dar un porcentaje de personas que presentan secuelas?

De los que vienen a consulta son la mayoría, pero hay que tener en cuenta que llegan dirigidos de Atención Primaria y de planta, por tanto, no es representativo del grupo total de gente que ha cogido el coronavirus. En la consulta, las personas que presentan cualquier tipo de secuelas son dos tercios de los que veo, pero como digo es una población preseleccionada. 

Según Elena Bollo, jefa del Servicio de Neuomología de León y una de las responsables de las consultas interdisciplinares para el seguimiento a los pacientes infectados por Covid en Castilla y León, «los primeros indicios parecen indicar que a los tres meses los pulmones mejoran, las radiografías patológicas desaparecen y un bajo porcentaje, solo el el diez por ciento de los que pasaron por las unidades de críticos, estuvieron intubados o sufrieron el síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA), padecen secuelas pulmonares». ¿Está usted de acuerdo con esta afirmación?

Las secuelas pulmonares son prácticamente anecdóticas y, de hecho, al investigar a los pacientes que, después de meses, tienen secuelas pulmonares o fibrosis pulmonar residual, hemos descubierto que algunos ya tenían una enfermedad autoinmune que se les ha disparado después de la infección por el virus.

¿Cuáles son las principales patologías de las personas que recurren a la consulta que usted coordina?

La mayoría presenta una asociación de disnea o falta de aire que después no se refleja en las pruebas. Probablemente sea un problema neuropático de inflamación  de los nervios de la pared torácica; también se da en los de las manos y las piernas por el tropismo del virus hacia los nervios. 

Otras personas presentan alteraciones analíticas como, por ejemplo, la elevación de un marcador de trombosis. Para nosotros, es lo más difícil, porque no siempre indica trombosis, por eso es tan importante el servicio de Radiología. 

Hay mucha secuela psicológica por la disfunción que tienen los pacientes respecto  a su vida previa. También por la culpa; aquí viene gente que ha perdido familiares a los que ha infectado y muchos trabajadores del hospital que han llevado el virus a su casa. 

Por otro lado, se está viendo un aumento del Síndrome de Fatiga Crónica, una enfermedad definida hace muchos años que aparece después de infecciones virales. El tratamiento es bastante difícil porque no se ha demostrado que haya ninguno eficaz, pero la verdad es que estamos viendo mucha gente que cumple criterios. Lo que esperamos es que estos cuadros se resuelvan, al igual que ha ocurrido con otros virus, como el del Chikungunya, muy frecuente en Sudamérica. Todavía no podemos saberlo porque no ha pasado el tiempo suficiente, pero tenemos precedentes de ello y creemos que, más o menos en un año, puede desaparecer ese Síndrome de Fatiga Crónica. 

Aquí siempre intentamos buscar las causas orgánicas de lo que les pasa a los pacientes, pero también darles un mensaje de esperanza. 

Todo el mundo tiene depositadas sus esperanzas en la vacuna, aunque lo cierto es que en la historia de la humanidad solo un virus ha sido declarado como erradicado por una vacuna: el de la viruela. En este sentido, ¿hasta qué punto cree que la vacunación será eficaz en el control de la pandemia?

Yo creo que nadie está buscando la erradicación del virus, eso sería un sueño, es prácticamente imposible, sino la inmunidad de grupo, que al menos el 70% de la población esté vacunada, sobre todo la de mayor vulnerabilidad que es la que satura el sistema sanitario. Aunque haya sido una medida polémica, por eso se ha empezado a vacunar a los usuarios de las residencias y a las personas mayores de 95 años. Como digo, no buscamos la no infección, sino la no saturación del sistema sanitario para atender mejor a las personas que se infecten. 

Igual que hemos asumido que la gripe es un virus estacional y que algunas personas se tienen que vacunar de una cepa diferente cada año, no creo que podamos olvidarnos del coronavirus, por eso la esperanza es la vacuna. Si conseguimos que la gente que se infecte sea asintomática o no ingrese o no ocupe las UCI, se podrá dar mejor atención a las personas que enferman.

¿Cómo pueden las mutaciones y el desarrollo de nuevas cepas afectar a este proceso?

Las vacunas que tenemos ahora son efectivas frente a casi todas las cepas nuevas que han ido surgiendo, incluida la británica, que nos ha preocupado mucho y que ha sido la responsable de la tercera ola.  Todavía no lo sabemos, pero no se descarta que tengamos que seguir vacunando y lo importante para el control de las cepas es la política territorial, algo contra lo que no podemos luchar ni los médicos ni los ciudadanos, sino que tienen que ser los políticos los que cierren fronteras, los que exijan PCR a la entrada y los que hagan prevalecer la salud por encima de la economía, aunque sea solo unos meses, para que, a largo plazo, ambas se recuperen a la vez. 

En cuanto a las mutaciones, supongo que puede haberlas en el futuro, aunque esto lo explicarán mejor los virólogos.

A lo largo de estos meses usted y sus compañeros habrán vivido momentos muy complicados, pero, ¿se puede hacer alguna lectura positiva de la crisis sanitaria?

El recuerdo de todo lo negativo es necesario para saber valorar las cosas buenas, pero yo creo que es obligatorio hacer una lectura positiva de todo esto. Hemos conocido mejor a nuestros compañeros; hemos aprendido muchísimo, no solo de ciencia, sino de la vida; hemos aprendido a priorizar y a poner atención plena en el momento presente sin distracciones sobre el futuro o el pasado, luchando todos juntos por lo mismo; y hemos aprendido  a valorar la muerte digna y acompañada de las personas mayores, justo cuando nos ha faltado. Por tanto, creo que hay que sacar, tanto un mensaje positivo de todo lo aprendido, como otro esperanzador con la mirada puesta en la vacuna y en una reestructuración mental de la sociedad.  

De alguna forma, la irrupción del coronavirus ha supuesto una revolución en el mundo científico. Nunca antes se había avanzado tan rápidamente en el conocimiento de una enfermedad nueva y, por tanto, en la lucha contra ella. Y eso es porque nunca se había dedicado tantos recursos ni se había trabajado de modo tan abierto. ¿Confía usted en que esto sirva para apostar más por la ciencia y la medicina?

Espero y deseo que sí, porque se ha demostrado que, cuando la burocracia se reduce, las vacunas salen en diez meses -y no en diez años- con todas las garantías de seguridad y con todos los ensayos clínicos de fase I a fase IV bien hechos. Así que espero que esto suponga un antes y un después, a nivel político en cuanto a los fondos y recursos que se destinan a la ciencia, y en el plano social para la reestructuración de los valores. El sentimiento de comunidad  que hemos desarrollado es una de las cosas que más me han gustado de algunas partes de esta pandemia.