Dejaron aparcada su vida laboral de puertas afuera de sus hogares para devolver a sus mayores la atención y los cuidados que ellas habían recibido cuando eran niñas de manos de sus padres, abuelos o tíos. Es la historia no de una, sino de cientos de mujeres en el conjunto de la provincia que se despidieron de sus respectivos trabajos para volcarse en las personas dependientes a su cargo.
Una ayuda de unos 300 euros (variaba según la renta y el grado de dependencia) les hacía un poco menos cuesta arriba las muchas horas que se echaban a la espalda día tras día. Sin importar las horas, los fines de semana o los festivos. Un trabajo en el que no existen las vacaciones, pero en el que ellas se volcaban.
Aquella ayuda de 300 euros se redujo a una «propina» de 31,92 euros mensuales, que en los casos más drásticos se rebajó a apenas 12 euros. Así lo relata una de las excuidadoras del ámbito familiar, que estuvo al cargo de sus padres. «Primero nos sacaron de la Seguridad Social y después, a los pocos meses, nos quitaron las ayudas», relata esta palentina que prefiere mantener su identidad en el anonimato.
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