«Me niego a que los proyectos dependan del código postal»

Javier D. Bazaga
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El Secretario General para el Reto Demográfico centra el futuro de las zonas despobladas, entre otros muchos aspectos, en la capacidad de los municipios y agrupaciones locales para gestionar los recursos y servicios

«Me niego a que los proyectos dependan del código postal» - Foto: Juan Lázaro

El Gobierno de España trabaja desde hace tiempo en alinear las voluntades de las distintas administraciones públicas del Estado para afrontar el reto demográfico. El hecho de aparecer en el organigrama administrativo indica la existencia de ese interés que, el responsable del área dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, centra entre otros muchos aspectos en la capacidad de los municipios y agrupaciones locales para gestionar los recursos y servicios. El Estatuto de los pequeños municipios es una de sus grandes apuestas. 

¿El hecho de que el Gobierno haya incorporado el Reto Demográfico en su organigrama dentro del MITECO, con esta Secretaría General, da la medida del problema al que nos enfrentamos?

Es una decisión muy importante. El reto demográfico es una cuestión en la que llevo muchos años trabajando en el ámbito asociativo, desde un activismo más municipalista. Hemos trabajado primero para que estuviera en la agenda política, y luego para que estuviera en los estamentos gubernativos. Demuestra una voluntad real de hacer política para evitar la despoblación y dotarnos de instrumentos para la cohesión territorial y actuar sobre un problema que es muy grave.

¿Cuál es el encargo?

A partir de los trabajos que se hicieron por parte de la Comisionada, Isaura Leal, estamos estableciendo las bases de lo que tiene que ser una política de Estado para luchar contra la despoblación y contra el abandono territorial. Ya tenemos cerrado el documento de la Estrategia nacional, que son 100 medidas que marcan todo el proceso y las políticas que vamos a desarrollar en los próximos años para combatir la despoblación. 

Luego hay que aterrizar esos conceptos. El documento tiene conceptos que presentan ambigüedades, sobre todo cuando hay que buscar consensos muy amplios, y estamos trabajando en la agenda que acompaña a la estrategia y define las políticas concretas que va a hacer cada uno de los ministerios, y de qué forma van a incidir. Una agenda que queremos que completen las comunidades autónomas con sus correspondientes medidas. Será el aterrizaje de la estrategia con todo un marco de acción en los territorios para evitar la regresión.

También estamos trabajando en el Estatuto de los Pequeños Municipios, que será una pata muy importante en todo este ámbito, porque el problema de la despoblación y cohesión territorial tiene una incidencia extraordinaria en el trabajo que puedan hacer los alcaldes de todos estos territorios. Liderazgos políticos que son muy importantes y tenemos que darles instrumentos para que nos ayuden. No puede ser solo una visión del Estado con políticas diseñadas desde Madrid, o de la capital de la región correspondiente. Tiene que ser un trabajo conjunto con una complicidad absoluta de las comunidades locales. Queremos estar muy cerca del ámbito local.

¿Hay una hoja de ruta y un calendario para poder aplicarla? En este asunto siempre se ha dicho que el diagnóstico ya estaba hecho.

Hay varios calendarios, y se irán solapando. Los contactos con las comunidades autónomas son permanentes, hay una gobernanza diseñada en este asunto con una comisión sectorial que reúne a los ministerios con las comunidades autónomas. Y hay un ámbito de trabajo transversal que aporta riqueza. Lo que pretendemos es que podamos aprender unos de otros. En el ámbito de la despoblación no hay manuales. Podemos ver lo que han hecho otros países, hay ejemplos, pero no hay manuales porque abordamos un problema que tiene una diversidad enorme.

Hay problemas comunes que afectan a la vida diaria de la gente que vive en los pueblos, pero también hay que poder focalizar en cada una de las ruralidades que componen España. Tenemos desde el Gobierno, y tienen desde las comunidades locales, la responsabilidad de hacer ese traje a medida para que cada territorio pueda ir construyendo su plan de futuro. Eso requiere mucha flexibilidad, mucho diálogo y mucho entendimiento, pero también mucha acción. No podemos pasar el tiempo discutiendo los conceptos y no bajar al terreno. Hay que hacer las dos cosas. 

¿Se está trabajando ya en esos elementos que son comunes? Podríamos citar las infraestructuras, comunicación, la digitalización...

Estamos, sí. Tenemos un elemento clave que está asociado al efecto demoledor que ha tenido la pandemia, y en el que el Gobierno ha trabajado, que es esa respuesta europea. Un plan de recuperación que nos va a permitir recuperar el daño que ha hecho la pandemia en la economía, pero al mismo tiempo dar un salto cualitativo desde el punto de vista de esas infraestructuras que necesita el país, principalmente en el ámbito rural.

Fondos que van muy vinculados a la economía verde, políticas de género, la cohesión social y territorial, y a la transición digital. Aquí una de las consignas es no dejar a nadie atrás, y vamos a poder conectar el país con diferentes fórmulas tecnológicas, pero no vamos a dejar ninguna zona blanca sin cobertura o una población que no tenga una alternativa para conectarse a las redes. Ya hay un porcentaje altísimo, pero nos queda más de un millón de personas con problemas de conectividad, y eso se va a resolver. 

También problemas en infraestructuras del ámbito sanitario para robustecer nuestro sistema de salud pública, o el proceso transformador de lo que denominamos la economía de los cuidados, o el cuidado de nuestros mayores. El mundo rural tiene un gran aliado, que es la tecnología, y por eso es tan importante la digitalización, porque ahí tenemos la palanca de cambio sustancial, también con el teletrabajo. También para dar más oportunidades para los jóvenes.

Todo esto tiene el enganche en la tecnología, es verdad que no es suficiente solo con tener el cable o el 5G, uno de los objetivos ahora es, con la colaboración de las distintas administraciones, generar esas dinámicas y esos entornos que permitan que los jóvenes aprovechen esas oportunidades que les brinda la tecnología, y conectarse a la economía global desde cualquier rincón de España. Generar ecosistemas que permitan que el emprendimiento sea posible en cualquier punto.

¿Y cambiar conceptos? Parece que vivir en el campo solo es posible si emprendes en algo relacionado con la agricultura y la ganadería…

Hay que cambiar tópicos. Por supuesto la agricultura y la ganadería son actividades estratégicas para la gestión territorial, pero es verdad que no pueden ser el único paradigma de lo rural. Se tiene que aspirar a otra forma de vida que comprenda el vivir en contacto con la naturaleza, la tranquilidad del mundo rural, un cambio al que nos ha empujado en cierta manera la experiencia terrible de la pandemia, que nos ha planteado la necesidad de buscar la naturaleza tras los confinamientos. Hay una sensibilidad creciente en esa dirección, y por eso tenemos que aprovechar esa oportunidad, porque esos procesos se darán si en el mundo rural se dan unas mínimas condiciones de equidad de vida.

Vivir en el ámbito rural no puede implicar renuncias esenciales a una calidad de vida y condiciones que todos queremos: un centro de salud, una atención social adecuada, acceso a la vivienda… Y en esto el mecanismo de recuperación europeo será clave porque va a haber inversiones en vivienda y muchos otros aspectos.

¿Ya hay proyectos concretos para atraer esas inversiones?

En diciembre hicimos una manifestación de interés para sondear qué es lo que necesitan los territorios, y nos aportó 4.200 proyectos sobre los que estamos trabajando para orientar las diferentes convocatorias de cada uno de los ministerios. Una fotografía muy exacta de lo que nos está pidiendo el territorio.

¿Bonificaciones fiscales, incentivos al emprendimiento, acabar con la brecha digital...?

Todo eso está sobre la mesa. Estamos tratando de alinear a todas las administraciones en esa agenda compartida, y trasladar que desde el Gobierno central estamos preparando una base muy sólida para desarrollar esas políticas, y trabajar mucho con el mundo asociativo que está desarrollando iniciativas muy interesantes. Aquí nos interesa hacer una cosa que no es fácil pero es muy necesaria: tener un objetivo compartido y que todo el mundo reme en la misma dirección. Necesitamos ese nivel de diálogo fluido.

¿Las energías renovables son también una oportunidad para el mundo rural?

Son una oportunidad y una necesidad. La descarbonización es un proceso que se nos exige, y moralmente estamos obligados, a combatir el cambio climático, que es la segunda gran pandemia. También aquí se nos permite una gran inversión con una visión de reto. Vamos a ayudar a los municipios de menos de 5.000 habitantes a crear sus propias comunidades energéticas de energías renovables. Y casi el 50 por ciento de los proyectos presentados tienen que ver con las energías renovables.

¿Está calculado lo que podría venir de Europa a estos proyectos?

Solo el Ministerio para la Transición Ecológica puede atraer 2.500 millones para reto demográfico.

Parece necesario que para tener esa igualdad de oportunidades hay que hacer una reforma del sistema de financiación autonómica.

Eso está pendiente y el Gobierno lo abordará cuando se den las condiciones para ello. Las aritméticas parlamentarias ayudan o no, pero es un debate que se debe afrontar y hay una conciencia clara de avanzar en esa dirección. Pero eso se escapa de mi ámbito competencial.

Es muy importante la financiación de los servicios, pero no lo es menos la financiación de los pequeños municipios y su capacidad de prestar servicios básicos a la ciudadanía, y eso queremos abordarlo con el Estatuto de los Pequeños Municipios. Hasta que se produzca este nuevo acuerdo sobre la financiación autonómica podemos hacer cosas, y con este estatuto podemos dar una solución razonable a cuestiones muy básicas de servicios, gestión de los ayuntamientos…

¿Pero entiende que haya comunidades como Castilla-La Mancha, Castilla y León o La Rioja, de distinto signo político, que demandan una financiación suficiente de los servicios que atienda a la densidad de población, la dispersión o el envejecimiento…?

Es perfectamente entendible. Es un debate que hay que hacer y que no rehuyo, pero no lo puedo acometer yo. Se hará en las Cortes con las comunidades autónomas y me consta la voluntad del Gobierno de abordar esa reforma cuando se den las circunstancias que permitan que el debate nos lleve a un resultado positivo. Soy consciente y entiendo la reivindicación de los presidentes de esas comunidades autónomas y las dificultades que supone atender a determinados ámbitos de población, por el coste enorme de esos servicios. Y tenemos que ver, mientras se produce ese cambio en la financiación, cómo podemos ir alineando esas situaciones con la mejora de esta capacidad de gestión de los pequeños municipios.

Da la impresión de que hay una España a dos velocidades, ¿su reto es acabar con eso?

Yo no quiero que exista una España a dos velocidades. Quiero combatir eso desde el minuto cero. Lo estoy haciendo desde mucho antes de ser secretario general para el Reto Demográfico. Me niego a que las oportunidades de los ciudadanos dependan de su código postal. Es injusto y no lo podemos aceptar. Pero tampoco quiero plantear un antagonismo entre las ciudades y el mundo rural.

Las ciudades tienen que entender que sin el mundo rural no van a ser sostenibles. Necesitamos una sociedad que sea más cuidadosa con el entorno, que sea capaz de combatir de manera eficaz el cambio climático, capaz de garantizar la salud de los ciudadanos, y lo va a conseguir si se alía con el mundo rural. Necesitamos volver a los alimentos de proximidad, tener cuidado con el consumo del agua, limpiar la atmósfera y por tanto tener bosques cuidados y resilientes. Si las ciudades y el mundo rural continúan viviendo de espaldas unos a otros no lo vamos a lograr.

Necesitamos una gran alianza del mundo urbano y del mundo rural para cerrar la brecha y tener un país cohesionado donde cada territorio tenga su rol, y donde las oportunidades sean equivalentes. Ese es el gran reto.