Una máxima: «lo bello y bien hecho es lo útil»

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Libro de la FSMR sobre el urbanismo en tiempos de Alfonso X El Sabio

Una máxima: «lo bello y bien hecho es lo útil»

La Fundación Santa María la Real ha publicado un libro en el que el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, Rafael Cómez, analiza el urbanismo de la segunda mitad del siglo XIII y la importancia que tuvo en su desarrollo la política del rey Alfonso X El Sabio.  En este nuevo título su autor trata de demostrar que de la misma manera que «existió una cultura alfonsí, plasmada en la prosa, la miniatura o la arquitectura, también existió un urbanismo alfonsí».  

 En la primera parte de El urbanismo en la época de Alfonso X El Sabio, Rafael Cómez analiza la época de su reinado, «el tiempo de la construcción de Europa y la organización social de la España medieval». Un período largo de reinado que significó «grandes realizaciones urbanas, políticas y culturales», muy ligadas a su gobierno.

Tras el análisis del tiempo, el autor centra su mirada en la construcción de la ciudad medieval, en la que jugaron un papel fundamental «las catedrales, los estudios generales o universidades y los edificios asistenciales u hospitales». Para Rafael Cómez, en el siglo XIII se vivió una auténtica revolución, ligada a la Reconquista y la necesidad de protección, lo que transforma las ciudades en «fortalezas y mercados, pues la ciudad medieval no se concibe sin unos muros que la defiendan de la amenaza exterior». 

Lugares rodeados de muros, que representaban una sociedad a imagen del cuerpo humano, cuyas funciones eran desempeñadas por los diversos estamentos sociales, encabezados por el monarca, sometido solo a Dios. «Las fortificaciones significaban el poder temporal del rey al mismo tiempo que desempeñaban la misión de barreras para controlar la salida o entrada de mercancías», explica Cómez, para recordar que «la ciudad no sólo era la expresión plástica del poder temporal del rey, sino también la expresión viva del poder espiritual con la catedral en el lugar más destacado del espacio urbano donde se encontraba el studium generale o universidad, semillero de progreso intelectual».

Finalmente, en el último capítulo del libro, se reivindica la importancia de las ordenanzas urbanas medievales, como base sobre las que configurar las ciudades. Quizá no existía una planificación urbana tal y como se concibió posteriormente, pero sí «un compendio de normas generales para la construcción y conservación de edificios, altura, medianerías, servidumbres de paso, canalizaciones, alcantarillado u ordenación y limpieza de las calles». En este sentido, se explica cómo, durante su reinado, Alfonso X ayudó a la construcción de las ciudades, dotándolas de una impronta propia. 

Según Cómez, «aunque Alfonso X no fuera un urbanista a la moderna usanza del momento, ni dejara establecidas unas normas precisas a modo de tratado sobre el tema, sí tuvo una voluntad real acerca del buen funcionamiento y ornado de las ciudades». Preocupación en la que dejó patente «una actitud pragmática y estética al mismo tiempo», en la que impera el principio de que «lo bello y bien hecho es lo útil». 

La publicación, coeditada con la Universidad de Sevilla, se integra en la colección Ars Mediaevalis. Obras de pequeño formato. Se han editado 1.000 ejemplares al precio de 10 euros.