"Los sanitarios ya no queremos aplausos y sí ser escuchados"

J. Benito Iglesias
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El máximo responsable de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Río Carrión, Antonio Álvarez, afirma que «no hay que culpar a nadie de la escalada de contagios de los últimos meses y lo que se debió hacer antes es no traspasar los límites»

"Los sanitarios ya no queremos aplausos y sí ser escuchados"

La tercera ola de la pandemia se ha cebado con el Complejo Asistencial Universitario Asistencial de Palencia (Caupa) en enero y el inicio de febrero, donde los enfermos de Covid-19 no han dejado de llegar. Los ingresos hospitalarios y en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) han colapsado las instalaciones. Las camas ocupadas en planta sobrepasan estos días las 200 y el pasado mes entraron 53 pacientes críticos, 43 de ellos en los últimos 15 días, cuando en la primera ola de la pandemia, que alcanzó marzo, abril y mayo,  hubo solo 34. Actualmente se atiende a un 56% más de este tipo de enfermos que en toda la primera ola junta. La situación preocupa, y mucho, tal y como apunta el jefe médico de la UCI, Antonio Álvarez.

Lo que nadie quería llegó y el hospital está el límite de sus posibilidades asistenciales

Solo en 10 días de enero se hicieron 30 ingresos por Covid en la UCI, casi los mismos que en los dos primeros meses y medio de la pandemia. Conviene que la gente eche sus cálculos y entienda de una vez la difícil situación que se afronta, ya que parece que no vale que lo digas mucho o lo llores. Nos da miedo que alguien pueda fallecer por no poder ser atendido, algo que afortunadamente no ocurre, pero el agotamiento físico y mental es muy grande. Estamos preparados para atender pacientes pero no víctimas de un virus terrible que supera todas las previsiones hospitalarias habidas y por haber.

¿Cuántos traslados de pacientes a otras UCI de hospitales de la Comunidad ha sido necesario realizar estos días?

De momento se derivó a 12 pacientes críticos a otras unidades de Castilla y León menos saturadas para poder atender a quien empeora y precisa de una atención adecuada a su patología, relacionada o no con el Covid. Las UCI de todos los hospitales de la Comunidad tienen una alta ocupación pero los hay que cuentan con una mayor capacidad. Ahora mismo, sobre camas reales disponibles, aquí estamos en torno al150% de ocupación, ya que -aunque en los datos de la página web de la Junta la cifra que aparece es de un 115%- no figuran los enfermos que tienen patologías distintas al Covid. Las camas totales de UCI que se plantean para Palencia son 40, pero no se puede atender en ellas a críticos sin personal suficiente al haber muchos sanitarios de baja o confinados por ser positivos o haber tenido un contacto estrecho con infectados.

¿Se utilizan otros espacios del hospital, como ya ocurrió en la primera ola, para ampliar la atención de cuidados intensivos?

Sobre las 20 camas disponibles en UCI, cuando se llega a tener unos 30 enfermos críticos, hay que buscar otra zonas como la de reanimación, utilizada anteriormente por los anestesistas para los postoperatorios, donde actualmente figuran pacientes con Covid. Igualmente,  hemos tenido que habilitar la sala de despertar de Endoscopias, en la octava planta, para pacientes no Covid porque nos  estamos quedando sin camas suficientes.

¿Habrá más zonas con camas UCI si prosigue la saturación actual?

Estamos planteando con la dirección buscar otras dependencias hospitalarias y prepararlas, además de buscar,  más que material técnico, a personal específico preparado para atender a pacientes críticos. Hay que estar dispuestos por si se sigue dando el problema de masificación, aunque de momento, con la supervisión de un coordinador a nivel autonómico, se está pudiendo derivar enfermos o otros hospitales cercanos a Palencia en la medida de lo posible. El problema es que la capacidad de traslados es menor a la velocidad que nosotros tenemos de ingresos. Tratamos de atender al máximo de personas y se hace lo posible, y casi lo imposible,para evitar el actual colapso y no tenerlos que derivar a otros lugares como  Valladolid, Burgos, Salamanca o León donde se puedan acoger.

¿Cómo se afronta desde el hospital un día a día muy complejo con sanitarios de baja o en cuarentena por coronavirus?

Realmente, aparte de dar las gracias por su esfuerzo, no sabes qué decir al equipo de trabajo. Su profesionalidad y dedicación están sobradamente demostradas, y llevamos prácticamente un año con el Covid metido en nuestras cabezas. La primera ola de la pandemia ya fue terrorífica en cuanto a la novedad y porque no se tenía la información ni los medios de los que ahora disponemos. Desde agosto, cuando se produjo el rebrote de coronavirus e ingresó el primer paciente no hemos parado, con subidas y bajadas pero siempre por encima del 100 por 100 de ocupación de camas reales en UCI con el personal extenuado y buscando de dónde tirar anímicamente. Las guardias que se realizan aquí son terribles al haber un montón de pacientes ingresados que no paran de llegar, situaciones dramáticas y gente muy joven. Evidentemente no somos de piedra aunque seamos profesionales de los cuidados críticos. 

¿Hay conciencia social de lo que se sufre en los hospitales?

Esto va a ir para largo y las circunstancias que han derivado en reuniones sociales masivas muestran que alguien no ha entendido nada. No se puede echar la culpa a la sociedad, ni decir que en otras autonomías o países se hacen mejor las cosas, pero si asumimos que hay permanecer todo lo posible en casa es mucho más difícil que el bicho se transmita. El confinamiento lo demostró y nuestro deseo es que el  trabajo realizado evite más muertes, que ya son una barbaridad. Cuando, tras un año y sabiendo ahora que estamos peor que en marzo, está claro que algo se ha hecho mal y todos sabemos lo que es. No se trata de culpar a nadie sino de hacer lo que  se debe antes de traspasar los límites. Es difícil de explicar que no podemos dar abasto con más recursos y la experiencia acumulada. La gente ahora tiene más miedo al contagio por lo que ocurre en su entorno y es terrible llegar a ese extremo. Cuando alguien no entiende el mensaje, el problema es del emisor, del receptor,o de ambos.