Lucio Pastor Amezua se convertirá el mes próximo en abuelo de Candela, su primera nieta. Está deseando ejercer ese papel, ahora que dispone de tiempo, ya sin ataduras a la barra, el comedor y las relaciones públicas que exige la restauración. «Después de cincuenta años, he pasado mis primeras navidades en familia y sin hablar de trabajo; y ahora mis ilusiones son disfrutar tranquilamente de la cabalgata de Reyes y de las procesiones de Semana Santa y conocer a fondo todo el arte que atesora Palencia», asevera. Y es que hasta hace medio año, que es cuando se jubiló definitivamente, cualquier evento festivo le pillaba en plena faena culinaria.

No es que soñara de niño con trastear entre fogones ni pensara convertirse en uno de los cocineros y hosteleros más conocidos y reconocidos de Palencia. Tal vez el hecho de que con apenas siete años tuviera que ocuparse de calentar y dar la comida a sus hermanos más pequeños, mientras sus padres trabajaban en el campo, fuera el primer paso de un largo camino, pero nunca tan claro ni tan afianzado como para pensar en ello como su futuro profesional. Eso iría llegando en sus años jóvenes, un poco a cuentagotas y como si de una escuela vital y laboral se tratara. 

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