De París a Milán

María Albilla (SPC)
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¿La elegancia de los maestros de la costura francesa o el estilo de los genios italianos? Dior o Armani... Saint Laurent o Valentino... La ilustradora Megan Hess recoge la esencia de las capitales de la moda

De París a Milán

Un dilema para los amantes de la moda. ¿París o Milán? ¿Los maestros de la moda francesa o los genios italianos? La sencillez rica en detalles habitual de la ciudad del Sena o el lujo y la creatividad característica de la metrópolis lombarda... La ilustradora Megan Hess cae rendida a ambos estilos y recoge la sutileza de cada uno con sus ilustraciones en dos volúmenes en los que transita con sus habituales trazos entre los principales diseñadores de las dos capitales europeas de la moda. 

«La elegancia es la combinación adecuada de distinción, naturalidad, esmero y simplicidad», decía Christian Dior. Y así titula Hess el primero de los libros Elegancia. Maestros de la moda francesa (Lunwerg) que abre con la icónica Chanel. «Viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer». Con estas palabras de la diseñadora abre un capítulo en el que reconoce que siempre ha sentido fascinación por ella. Fue una visionaria que logró salir de la pobreza y hacer que en 1920 su firma ya valiera millones. 

Hess entiende la moda francesa como delicada, discreta y sencilla, pero abundante en detalles. Ahí radica secreto. Como ejemplo, explica, nada mejor que contemplar un traje clásico de Chanel confeccionado con tweed francés o acariciar el suave cuero de un bolso Birkin de Hermès.

Chanel, Dior, Sant Laurent, Lanvin, Givenchy, Cloé, Balmain, Louis Vuitton, Hermés y Celeni han ejercido para la autora una influencia inolvidable en el mundo de la moda. «Los diseñadores franceses nos enseñan que el estilo es algo que se lleva en la sangre: uno debe vestirse para sí mismo», explica la ilustradora, que no solo repasa los diseños míticos de la alta costura sino también de prêt-à-porter.

No pueden faltar anécdotas y curiosidades de todos ellos, como que fue Gaby Aghion, la fundadora de Chloé quien introdujo, precisamente, el concepto de listo para llevar. Ella creía que la moda debía estar al alcance de todas las mujeres, por lo que pensó en ofrecerlas prendas ya  confeccionadas para que no tuvieran que aguantar las colas inherentes a la alta costura. Aquella decisión revolucionaría los sistemas de producción hasta entender el mundo de la moda como lo hacemos hoy.

Otra etiqueta, la de Dior, que ha pasado a la historia como el creador del new look y con ello convivió toda su vida, ya que desde que presentara su primera colección en 1947 se le asoció a una nueva forma de entender la figura de la mujer.

«Una de las razones por las que me encanta la moda francesa es que avanza a un ritmo pausado y definido. Vivimos en un mundo tan vertiginoso que a veces nos olvidamos que la belleza necesita su tiempo», explica Hess.

Y la exquisitez de Elegancia, nada tiene que envidiar a la belleza de Estilo. Maestros de la costura italiana (Lunwerg) en el que de Giorgio Armani a Emilio Pucci, de Dolce & Gabbama a Versace o de Fendi a Valentino pasando por Miu Miu , Gucci, Prada y Missoni se recorrer los modelos más icónicos de todas estas casas. El encaje, el print leopardo y los espectaculares vestidos rojos son los elementos que los diseñadores italianos han utilizado para hacer su declaración de principios.

Para la autora, «el diseño italiano es atrevido, glamuroso y siempre tiene algo que decir». Por eso, estos tres signos de identidad han hecho que muchas firmas italianas hayan alcanzado el estatus de icono de la moda.

Absoluta pasión

Resalta Hess que, desde su punto, el referente made in Italy ha sido siempre un sinónimo de calidad y de artesanía, pero también de una moda que «empodera» a la mujer, «que la viste con amor y orgullo» y que comparte un elemento común, la pasión «por la vida, la familia, las mujeres, la creatividad, su propio país...», explica la autora antes de adentrarse en los figurines más especiales de las distintas casas de moda.

Los modelos de magnífica estructura de Giorgio Armani, el maestro del corte, abren un volumen cuidado, luminoso y lleno de  personalidad y color que explota en los dibujos que dedica a Dolce & Gabbana.

Imposible no soñar con un vestido rojo Valentino, un visionario que hizo de la atención al detalle y un servicio excepcional sus señas de identidad. El modisto tuvo una relación tan especial con Jacqueline Kennedy, que cuando ella no podía acudir a un desfile, él le enviaba un baúl con la colección, una modelo para que se la probara y un consultor de ventas para que la ayudara a elegir las prendas. Y, precisamente, aterrizar comercialmente en Estados Unidos fue para muchos diseñadores italianos el trampolín del éxito internacional.

La mayoría de las casas de moda italiana están muy vinculas con la estirpe, la famiglia. Nadie mejor para representar esta idea que Versace. La matriarca, Francesca, modista; Gianni, un genio y Donatella quien se ha asegurado de que el nombre de la marca sea reconocido en todo el mundo. Sus diseños, dentro de la neocostura son tan identificables como los trazos de las sutiles y detallistas ilustraciones de Megan Hess.