Triángulo mortal

Agencias-SPC
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La relación a tres bandas entre Rosa Peral, Albert López y Pedro Rodríguez, que eran además compañeros en la Guardia Urbanade Barcelona, acabó en un macabro crimen

Triángulo mortal

Rosa Peral y Albert López se conocieron patrullando juntos en la Unidad de Apoyo Diurno de la Guardia Urbana de Barcelona. Una actuación policial compartida les uniría para siempre: el sábado 9 de agosto de 2014, ambos agentes persiguen a un mantero que vendía sus productos en las inmediaciones del Castillo de Montjuic. En su escapada, el sin papeles salta una valla y cae al vacío desde 30 metros de altura, falleciendo en el acto. 

 Antes de aquel incidente, que se archivó sin ningún tipo de condena para los guardias, los dos habían comenzado una relación sentimental, aunque ella seguía casada con el padre de sus dos hijas, Rubén C, mosso d’Esquadra de profesión. En el verano de 2016, este triángulo amoroso se amplía por momentos, cuando Rosa inicia una relación con otro compañero de la Guardia Urbana, Pedro Rodríguez. Hasta diciembre, la mujer simultánea (según la sentencia) las tres historias sentimentales. Sin embargo, en ese momento se separó de su marido para intensificar la relación con quien luego sería la trágica víctima de este relato: Pedro. Ambos comienzan a vivir juntos y manifestaron a su círculo íntimo su intención de casarse y tener un hijo.

Según el relato considerado probado por unanimidad por un jurado popular, Albert López, despechado por el nuevo noviazgo de la mujer, fue a hablar con Pedro para contarle toda la verdad, lo que motivó «una creciente desconfianza» y frecuentes discusiones entre este último y Rosa. A la vez, la hostilidad entre los dos hombres comenzó a crecer. 

A pesar de su vínculo con Pedro, Rosa se sigue viendo con su antiguo compañero de patrulla, hasta el punto de que los dos llegan a la conclusión de que su actual novio «obstaculizaba su relación». Así, en abril de 2017, empezaron a trazar un plan para matarle, decidiendo finalmente ponerlo en marcha la madrugada del 1 al 2 de mayo. El relato de los hechos probados, respaldado de manera unánime por el jurado, estima que la mujer llamó esa noche a Albert López para activar su macabra fantasía. Primero le hizo una llamada perdida, luego estuvo hablando con él durante cuatro minutos y posteriormente activó un teléfono prepago adquirido en un establecimiento de Badalona (Barcelona).

El plan consistía en esperar para la consumación del crimen a que Pedro estuviera dormido o descansando, sin que se produjera ninguna comunicación más entre ellos, y divulgar después insinuaciones sobre que el asesinato había sido cometido por Rubén, el exmarido de Rosa. Para ello, una vez que consumaron el crimen, utilizaron el teléfono móvil de la víctima para fingir que seguía vivo, usándolo en varias ocasiones, y desplazándolo hasta la casa de Rubén para «fingir una motivación distinta en los hechos» y evitar que les relacionaran con la muerte.

Carbonizado

Poco se sabe del momento exacto del fallecimiento de Pedro. Su cadáver quedó «enteramente carbonizado por la acción de las llamas, sin que hayan quedado restos o signos suficientes de la causa violenta de su muerte». Se desconoce, por tanto, quién ejecutó el crimen, un extremo al que se aferraron -sin suerte- las defensas. Ambos acusados dieron versiones opuestas del asesinato: Rosa aseguró que su amante allanó su casa loco de celos y mató a su novio para después obligarla a convertirse en cómplice bajo amenaza de herir a sus hijas. En cambio, Albert asegura que fue ella quien lo llamó la noche del crimen pidiendo auxilio porque había matado a su novio en el marco de una pelea doméstica en la que Pedro le habría amenazado con desvelar lo que sabía de la muerte del un mantero en la que participaron los otros dos integrantes del triángulo amoroso. Él apuntó que accedió a ayudar a Rosa por «lealtad ciega» a una persona que amaba «con absoluta locura».

Lo que sí se sabe es que la noche del 2 al 3 de mayo, ambos trasladaron el cadáver en el maletero de un vehículo hasta una pista forestal cerca del pantano de Foix, en Castellet i la Gornal (Barcelona), y usando un combustible, prendieron fuego al coche con el cuerpo dentro del maletero.

El jueves 4, y como si nada hubiera pasado, los dos agentes asisten juntos a la comida de despedida a un compañero de la Guardia Urbana de Barcelona. Al mismo tiempo que transcurre la velada, se descubre en el pantano un coche quemado con cuerpo calcinado dentro. Apenas nueve días más tarde, Albert y Rosa fueron detenidos como presuntos culpables -ahora ya no son presuntos- del asesinato de Pedro Rodríguez.