Haití, en la memoria

A. Benito
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Francisco Pérez Rivas, coordinador del Grupo de Especialistas de Bomberos de Castilla y León que participó en las misiones de rescate tras el terremoto que asoló la isla caribeña en 2010, comparte csus recuerdos diez años después de la tragedia

Haití, en la memoria

«Lo recuerdo cada enero y casi cada día». Quien habla es Francisco Pérez Rivas, coordinador del Grupo de Especialistas de Bomberos de Castilla y León (Gebocyl) que participó en las misiones de rescate tras el terremoto de Haití. Han pasado 10 años desde aquel fatídico suceso, pero lejos de desaparecer, las imágenes de la destrucción y el horror permanecen vívidas en su memoria y en la de sus compañeros, que durante nueve días trabajaron sin descanso para salvar la vida de quienes habían conseguido sobrevivir a la catástrofe.


Una de las historias más mediáticas fue la de Redji Claude, un niño de tan solo dos años que los integrantes del Gebocyl consiguieron rescatar con vida tras 52 horas entre los escombros. El pequeño estaba aferrado al cadáver de su abuelo, pero su fuerza y la profesionalidad del equipo coordinado por el bombero palentino, hicieron posible que hoy aquel bebé haya cumplido 12 años. La imagen de Redji en brazos del vallisoletano Óscar Vega dio la vuelta al mundo y se quedó para siempre en la retina de las personas que siguieron con atención las intensas labores de rescate.


Nueve años después, con motivo del décimo aniversario de RTVCyL, la televisión autonómica propició uno de los momentos más emotivos de la historia de la Comunidad al reunir en su gala a los bomberos castellanos y leoneses y al joven haitiano. «No me he acordado más este año de aquellos días porque hayan pasado diez años, sino porque ahora nuestra relación con Redji y con su madre es más estrecha. De hecho, hace unos días nos mandó un vídeo en el que hablaba del asunto en un canal de televisión estadounidense», apunta Pérez Rivas al respecto.

Haití, en la memoriaHaití, en la memoria - Foto: WELLINGTON DOS SANTOS PEREIRA


Sin embargo, y aunque aquel fue uno de los rescates que acabaron con éxito junto a otros muchos que quedaron en el anonimato, el bombero palentino reconoce que lo que más le sigue viniendo a la mente es el momento en que él y su equipo tuvieron que suspender el de la pequeña Gaelle. «Estábamos muy cerca de rescatarla, pero hubo un colapso en una prisión y, por seguridad, nos obligaron a evacuar. Nos metimos en la galería que habíamos construido y nos negamos a abandonar hasta que, a punta de pistola, nos dijeron: o muere ella o morís vosotros. Gaelle estaba consciente, lo vi en su mirada, sabía que la estábamos abandonando», explica Pérez.


Historias como esta ponen los pelos de punta a quienes las escuchan y generan «sentimientos encontrados» en el bombero palentino, a quien los fantasmas siguen visitando algunas noches. «Lo he dicho en más de una ocasión, estuve tres años sin dormir porque fue una experiencia bastante amarga. Nos marcó a todos. Estábamos muy preparados técnicamente, pero no a nivel psicológico. De hecho, pasados los años me encontré en Lesbos con uno de los compañeros de Haití y ambos nos derrumbamos. La edad acentúa las emociones y complica la existencia», continúa Pérez, a la vez que indica que «quizás no haya un antídoto para las emociones, pero sí un bálsamo para pasar el duelo». 


En ese sentido, este bombero que se jubiló hace tres años pero cuya obsesión sigue siendo ayudar a los demás, cree que es imposible hacerse «totalmente insensible», pero sí que hay margen para aprender a plantarle cara a las situaciones más dramáticas. «Nuestro trabajo nos hace estar muy cerca de las víctimas, en ese punto entre el riesgo y la muerte en el que la propia actividad te inmuniza ante el miedo, te desconecta de ciertos pensamientos. Por ejemplo, en Haití lo único que nos hacía parar eran las réplicas del terremoto, aunque a la vez pensábamos, ¿qué más puede pasar en un lugar en el que hay muertos por todas las esquinas?», señala.

Haití, en la memoriaHaití, en la memoria


De hecho, Pérez Rivas no duda al responder si esta fue la misión más dura a la que tuvo que enfrentarse a lo largo de su carrera. «Categóricamente, sí, y eso me hace sentirme satisfecho del trabajo realizado. Creo que hicimos una gran labor y, además, conseguimos volver sanos y salvos. En este punto, quiero recordar a mis compañeros, de los que estuve y estaré muy orgulloso. Ellos siguen en activo y les deseo que la vida les traiga muchos éxitos», manifiesta.


«Perdimos la noción del tiempo, no lográbamos distinguir los días de las noches. Fuimos la primera unidad canina en llegar a Puerto Príncipe y fuimos encadenando rescate tras rescate, por lo que, de alguna forma, nos convertimos en el grupo de referencia. Al cabo de nueve días estábamos totalmente fundidos», continúa Francisco Pérez, que reconoce que lo más complicado aquellos días fue descansar. «Los medios de comunicación nos dificultaron mucho la labor, sobre todo los españoles. La presión era muy fuerte, nos solicitaban entrevistas fuera de tiempo, nos acosaban en busca del reality. Sin embargo, también hubo profesionales que nos ayudaron mucho, como Fran Sevilla, un periodista que estaba en el campamento base con muchísima experiencia en este tipo de catástrofes», añade.


Pérez considera que hoy en día ha mejorado el apoyo psicológico en este tipo de misiones, una labor que, a su juicio, es fundamental para las víctimas, pero también para los intervinientes. «No es lo mismo trabajar en tu país que en el extranjero, y menos cuando la emergencia es tal que se necesitan miles de manos para ayudar», subraya un hombre cuyo oficio le llevó a prestar sus servicios en otras tragedias como la del Prestige, Gaspar Arroyo, numerosos incendios forestales y diferentes rescates de montaña.

Haití, en la memoriaHaití, en la memoria


«A mi trabajo se lo di todo, pero también le debo todo. A lo largo de 37 años tuve la oportunidad de trabajar con las víctimas. Nací en una familia humilde y estudié en un colegio de curas en Saldaña. Supongo que unos y otros fueron quienes me inculcaron unos valores que, aún hoy, me ayudan a seguir. Si mis conocimientos sirven para enseñar a un perro a que pueda encontrar a otro Redji, tengo muy claro que haré lo posible por que así sea», señala un hombre de quien los palentinos deben sentirse muy orgullosos. 


TRAGEDIA DEL MEDITERRÁNEO. Otro de los desastres que Francisco Pérez Rivas ha visto con sus propios ojos es el de las miles de personas que están dejando su vida en el Mediterráneo. La isla griega de Lesbos ha sido uno de sus últimos destinos. «Se trata de una emergencia diferente. Hablamos del rescate de vidas, de personas que han perdido todo y se han tirado al mar. Ver las condiciones lamentables en las que llegan los refugiados es muy duro. Un desastre natural es eso, algo contra lo que no se puede luchar, pero lo que actualmente está pasando en el Mediterráneo y el Egeo es una tragedia social. Es muy difícil trabajar en lugares como Lesbos y tratar de entender qué pintamos allí», apunta Pérez.


Hipocresía es la palabra que utiliza el bombero palentino para definir la situación. «Defendemos las almas y cerramos las fronteras. En nuestra propia ciudad, en Palencia, se hacen armas que alimentan guerras salvajes como la de Siria. Eso es lo que hacemos mientras vemos como miles de personas mueren en el mar», critica Pérez Rivas, al tiempo que recuerda que todos somos, en cierta medida, responsables de este tipo de desgracias. 


«Vivimos en la sociedad del postureo, la que está provocando el cambio climático y aislando a comunidades indígenas a las que no les queda otra opción que malvivir», añade. «Lo único que nos diferencia de esas personas es el lugar en el que hemos nacido», recuerda también y, en este sentido, anima a la sociedad a trabajar por su propia comunidad y por el medio ambiente, pero sobre todo a entender lo que pasa en el mundo. «La gente solo busca poder vivir, por eso creo que lo más importante es tener sensibilidad. Por otro lado, creo que hay grandes necesidades en nuestro propio entorno y que la clave está en actuar desde lo local», indica finalmente Pérez.  

 

COMPROMISO Y DEDICACIÓN. El décimo aniversario del terremoto de Haití ha pillado a Francisco Pérez Rivas fuera de casa. El exbombero palentino comparte sus recuerdos con los lectores de Diario Palentino desde Guayaquil, Ecuador, donde se encuentra desde el pasado mes de diciembre impartiendo cursos de formación. También ha estado en Honduras, en Colombia y en otros países latinoamericanos, porque es allí donde más se necesita la ayuda de personas como él.

 

Su jubilación, por tanto, no le ha apartado de las labores humanitarias, en las que seguirá participando hasta que el cuerpo aguante. «Donde pueda ayudar, ayudo, y seguiré haciéndolo hasta que se me acabe el fuelle. Entonces tendré que plantearme lo de parar», asegura al tiempo que reconoce que también hay momentos de bajón. «Echo de menos a mi hija cuando estoy fuera, pienso que esto ya no mola tanto, pero al final entras en una especie de rueda que gira y es difícil de parar. Además, mi nivel de compromiso es muy alto y lo que sí me gusta es terminar aquellos proyectos en los que creo y considero necesarios», apunta finalmente el exbombero, que regresará a Palencia en unas semanas. 

 

UNA PROFESIÓN POCO RECONOCIDA. Francisco Pérez Rivas no se muerde la lengua a la hora de hablar sobre cómo se gestiona la ayuda humanitaria. «Creo que no se están empleando los mejores recursos para hacer frente a las grandes emergencias. Todo está politizado. Hablo de rescates, por supuesto, y no creo que la UME sea el cuerpo más preparado para este tipo de intervenciones. Tienen muchos medios, pero les falta la experiencia del día a día, la que tienen los bomberos y los grupos de primera intervención. Parece ser que hay que justificar las prebendas y el gasto, pero considero que esta unidad nos ha hecho un flaco favor a los bomberos profesionales y a la sociedad», crítica Pérez Rivas a la vez que pide un «mayor reconocimiento» para sus compañeros de profesión. 


El exbombero palentino es muy crítico en este tema. «Hace unos días me sangraban los ojos al ver cómo se despedía a los efectivos de la Unidad Militar de Emergenciastras el incendio en Canarias. A los bomberos no les despidió nadie porque siguieron trabajando», indica un hombre que, a pesar de estar jubilado, no se cansa de defender la profesionalidad de sus compañeros. «Es muy injusto lo que les están haciendo. De hecho, la UME nació después del incendio de Guadalajara por capricho de Bono, que al parecer pensaba que aquellos diez profesionales murieron porque eran muy torpes», añade. 


Similar opinión tiene acerca de los grupos de bomberos voluntarios. «En pleno siglo XXI no podemos permitir que nuestro medio rural se abandone así. Los vecinos de los pequeños pueblos tienen el mismo derecho que los de las grandes ciudades a estar protegidos ante las emergencias», apunta. En este sentido, Pérez Rivas habla de la «Palencia vaciada, porque de Palencia ni se habla», y critica el hecho de que «el 75 por ciento de la provincia esté en estas condiciones».


Finalmente, pone en valor el trabajo de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Foerstales (BRIF) y recuerda que «mientras los camiones militares están paseándose, los de los bomberos no se ven porque están en los incendios». Por todo ello insiste en la necesidad de reconocer la labor de los bomberos profesionales y de dejar de justificar la existencia de la UME.