Familia y raíces

A. Rodríguez
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El hostelero cántabro, Santiago Pérez, cuenta cómo él y su familia han mantenido los lazos con la provincia aunque el trabajo les haya alejado de sus orígenes

Santiago Pérez, encargado del bar Rocamar en Santander, habla de sus lazos con Palencia - Foto: Diario Palentino

Algunas veces sacar una familia adelante implica distanciarse de parte de ella, de los amigos y de las raíces.


Este es el caso de la familia de Santiago Pérez. Él, cántabro de nacimiento pero palentino de corazón, es el encargado del bar Rocamar, radicado en Santander. Desde su tatarabuelo, los vínculos con Palencia son interminables, aunque él guarda con especial cariño «el recuerdo de pasar las vacaciones con mis primos en Venta de Baños y en Meneses», afirma Pérez.


Sin embargo, no siempre los caminos que se cruzan en un momento acaban siendo paralelos. Su abuelo perpetuó la relación de la familia Melendro con la Guardia Civil, pues su tatarabuelo también formó parte del cuerpo, y fue destinado a diferentes cuarteles. Entre ellos se encuentra el municipio de Venta de Baños, donde la familia echó raíces y entabló buena relación con todos los vecinos. Aunque esto no duró eternamente, ya que fue destinado a San Vicente de la Barquera y finalmente a Santander, y la familia tuvo que establecerse y adaptarse a una nueva vida a orillas del Cantábrico.


Su madre, Josefina Melendro, recuerda con añoranza «ver las carrozas y los vendedores ambulantes en las fiestas de San Antolín desde su ventana que, curiosamente, estaba un par de pisos sobre el Diario Palentino». Aunque al poco tiempo de casarse tuvo que hacerse cargo sola de sus tres hijos (Santiago, Silvia y Heliodoro) al quedarse viuda, pudo cumplir su sueño de trabajar en el campo de la sanidad, como auxiliar de enfermería en la UCI del hospital Valdecilla. Su hijo Santiago le define como «una mujer luchadora» ya que «pese a todo continuó formándose como auxiliar a través de cursos». El poco tiempo libre que tenía lo dedicaba a sus hijos, que acostumbraban a recibir visitas de sus familiares de Venta de Baños y Meneses.

 

A los 15 años Pérez empezó a trabajar en el sector hostelero para que nunca faltara pan en la mesa. Comenzó desde abajo hasta llegar a su puesto actual como encargado, pero en ningún momento perdió las buenas maneras por las que es conocido.
Pérez confiesa que le gusta el norte y que la relación que tiene tanto con su familia palentina como con la propia provincia «es inigualable». Y es tal su conexión con esta provincia que muchos palentinos, al viajar a Santander durante una escapada de fin de semana, aprovechan para visitar el bar Rocamar y probar su tortilla de patata mientras charlan con él. Pérez asegura alegrarse siempre que ve a alguien, conocido o no, que proviene de Palencia y acude al bar.


En todos estos años no ha dejado de volvier a Palencia, si el trabajo se lo permite, con la misma ilusión que cuando era un niño.