Beatriz Quintana Jato presenta hoy El valor de la memoria. Apuntes literarios y personales, a las 19 horas en la biblioteca. Se trata de un libro en el que ha recopilado artículos publicados en Diario Palentino. La mayoría de ellos, en calidad de profesora de Literatura de la autora, aborda un tema literario, junto a una docena en torno a cuestiones que «conmueven y hacen escribir», además de una «peculiaridad», y es que ha incluido tres artículos de su padre, fallecido hace unos años y que dejó una carpeta con papeles que leyó durante el confinamiento y vio que «tenían un gran valor».
Quintana Jato, académica numeraria de la Institución Tello Téllez, destaca el «tono personal», más cuando «la causa de escribirlo fue una enfermedad grave». El libro, según explica la autora, está dedicado a Gonzalo Ortega, «la persona que me apoyó; siempre me dio ideas. Fue quien me animó a escribir mi primer libro, sobre Sinesio Delgado».
Por El valor de la memoria desfilan los «grandes», un «amplio abanico» con nombres como los de Unamuno, Machado, Miguel Hernández, Lorca, Delibes, Alejandro Casona, Galdós, Alan Poe, Nebrija y Emilia Pardo Bazán; alguno «curioso», como Stephan Zweig, porque «mi padre, de pequeña, me leía sus obras un poco a presión; y me gusta su defensa que hace de Europa frente al nazismo»; y otros «poco conocidos», como Enrique Gil y Carrasco, que «en El Bierzo se le conoce, pero fuera de ahí muy poco y es el autor de, probablemente, la mejor novela histórica del romanticismo en lengua española».
«Se me ve un poco el plumero. Escribo sobre los escritores que me gustan y, al no estar condicionada porque no es una clase, te expresas más libremente», afirma Beatriz Quintana, quien añade que el libro incluye, por ejemplo, un artículo a «modo de aviso» sobre el Manifiesto futurista, y otro respecto al tema de su tesis doctoral, Pedro Fernández del Pulgar y toda la labor que hizo como cronista de Indias en el siglo XVII.
También son protagonistas en este libro mujeres que admira mucho, como Teresa de Jesús, Simone de Beauvoir y Frida Kaklo.
«Es un libro hecho con muchísimo cariño. Cada artículo es un microrrelato, con muchas horas de trabajo», afirma. También destaca foto de la portada, la de un niño con su abuelo, fallecido a los dos meses de tomarse la imagen. «Refleja muy bien el tema del tiempo, la experiencia, las generaciones», concluye.