Tras cuarenta años de trabajo, la vida laboral de Daniel Romero Pascual toca a su fin. Se jubila y lo hace con una enorme gratitud a la institución provincial por cuanto ha hecho por él.

En un escrito recuerda que ingresó en la Maternidad de la Beneficencia de San Telmo el 3 de agosto de 1956, siendo un recién nacido. Allí le pusieron de nombre Daniel. Años después pasó al hogar infantil y, a los 23 años, «la Diputación me dio la oportunidad de formar parte del mundo laboral, el 12 de julio de 1980, no sin antes pasar por diferentes talleres de formación como residente de la casa».

Sigue diciendo que en estos «maravillosos» años de trabajo ha desempeñado diferentes tareas, como las de celador en el hogar de ancianos y en el hospital San Telmo. Estuvo también de recepcionista en Servicios Sociales, en administración hasta que el hospital pasó a pertenecer al Sacyl y, de nuevo, en la residencia de mayores, en la que se jubila tras 23 años de recepcionista. «Ahora quiero agradecer eternamente a la Diputación haberme dado un hogar, un empleo en el que me he sentido realizado y querido, pero sobre todo, gracias por ayudarme a formar mi propia familia».

Agradecimientos. La diputada María Luisa Fernanda y su equipo, con Emilio Polo de presidente, por darle trabajo; las religiosas y directoras de la Beneficiencia y los distintos presidentes de la Diputación; las Hermanas Vicencianas de la Caridad; Lourdes Villarroel y los compañeros de la residencia y el hospital, así como los del hogar infantil, los capellanes, educadores y monitores son el centro de esa gratitud.

También está agradecido al deporte base -ha sido utilleros y colaborador de distintos clubes de fútbol y baloncesto-.