Esperanza y altos niveles de ocupación en el turismo rural

A. Benito
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Muchas casas están completas para los meses de julio y agosto. En los hoteles las reservas se dejan para última hora

Esperanza y altos niveles de ocupación en el turismo rural - Foto: Alberto Rodrigo

Han sido meses de duro parón para los establecimientos de turismo rural de la provincia. Algunos han trabajado a medio gas y otros han estado meses cerrados debido a las restricciones. El verano pasado fue una especie de oasis, mucha gente trató de alejarse de las grandes aglomeraciones y buscó refugio en los pueblos. Sin embargo, los casi tres meses de confinamiento, los posteriores cierres perimetrales y las estrictas medidas de seguridad han repercutido muy negativamente en el sector a lo largo del último año.

Ahora, el turismo rural recupera la esperanza y encara el verano con altos niveles de ocupación. De hecho, muchas casas rurales están completas para los meses de julio y agosto, aunque los propietarios esperan que la temporada se alargue, puesto que septiembre, octubre, noviembre y diciembre también suelen ser buenos meses para este  tipo de alojamientos.

Fidel González regenta las casas rurales Valrural en Canduela y en Valberzoso y, «por primera vez»»,  afirma que las expectativas para este verano son «buenísimas». González explica que tiene reservas para los dos meses, «y no solo de fines de semana, sino también para el resto de los días». Cerró en octubre del año pasado y no ha podido abrir hasta junio. «La gente tiene ganas de salir», asegura. Respecto a la procedencia de los visitantes, en su caso son Madrid, Barcelona, Cantabria, Castilla y León, Galicia y País Vasco las regiones emisoras.

El también presidente de la Red de Turismo de la Montaña Palentina huye de hacer suposiciones respecto a los meses de otoño. «Tenemos que ver el día a día», señala. También lamenta que, a pesar de las dificultades vividas por los empresarios del sector, las ayudas de instituciones como la Diputación o la Junta no hayan llegado.

Anabel Pérez es la directora del hotel San Hipólito, ubicado en Támara de Campos. Su caso es diferente: las expectativas también son buenas, pero en su establecimiento las reservas son de última hora. El local abrió a primeros de junio y, por el momento, la respuesta de la gente en los servicios de bar y restaurante está siendo «muy buena», aunque no sea igual que antes de la pandemia. Pérez espera que el hotel pueda seguir abierto pasado el verano, porque muchos de sus clientes son de fin de semana y el otoño es una época perfecta para las escapadas. 

Madrileños y vascos están entre sus principales clientes, de ahí que el establecimiento decidiera no abrir sus puertas hasta la eliminación del cierre perimetral. «Somos un hotel pequeño y poner en marcha toda la infraestrctura para unas pocas reservas no nos salía rentable», expresa.

Casa Rural Fermina se encuentra en Autillo de Campos. Son dos viviendas con capacidad para seis personas cada una que han estado cerradas desde que comenzó la pandemia hasta mediados del pasado mes de junio. Después de unos meses aciagos, su propietario, Juan Carlos Bautista, se muestra esperanzado. «Empezamos hace poco más de 15 días y desde entonces hemos ido encadenando reservas. Julio y agosto están completos, aunque eso no significa tener un 100% de ocupación», indica. Recuerda que registrar un elevado número de reservas en la época estival «no da beneficios para el resto del año», por eso, espera poder seguir trabajando más allá de estos dos meses. 

Respecto a la tipología de las estancias, este año tiene varias largas. «Las tendencias han ido cambiando a lo largo de los últimos 20 años. Nosotros al principio teníamos muchas familias, luego grupos de jóvenes con reservas más cortas y ahora parece que el número de días vuelve a aumentar», detalla Bautista.

Tino García, de Casas Rurales El Mayorazgo, también se muestra optimista. Su caso es especial, puesto que además de alojamiento, este vecino de Villavega de Aguilar ofrece servicios de observación en la naturaleza que tienen un éxito enorme entre ingleses, alemanes, suizos y escandinavos. «Después de un año y medio sin ver a ningún extranjero, ya hemos recibido a los primeros grupos», afirma entusiasmado. Sus establecimientos también están prácticamente completos para los meses de julio y agosto, e incluso tiene reservas en septiembre y octubre. «Muchas son del año pasado, que se han pospuesto», indica García.

Afirma que su cartera de clientes es «muy fiel», algo en lo que ha contribuido el boca a boca, y que el verano pasado fue bueno para sus casas rurales. «Eso sí -explica- las reservas se cubrieron con visitantes nacionales, únicamente». Ahora, su percepción es que el turismo internacional «ha vuelto a despegar», por lo que seguirá mostrando a quienes vienen de otros países la biodiversidad y la riqueza paisajística de la provincia.