Un final del verano cubista

Javier Villahizán (spc)
-

Gris crea una praxis pura, característica de su obra, a través de líneas regulares, composiciones planas y mucho colorido

Un final del verano cubista

Cubismo en estado puro, sin aditivos ni florituras. Juan Gris (1887, Madrid-1927, Boulogne-Billancourt, Francia) fue uno de los grandes preculsores de este movimiento artístico, incluso antes que Picasso y Braque, con los que entabló una estrecha relación.

Uno de los ejemplos más destacados de esta corriente es La guitare devant la mer (La guitarra ante el mar), un óleo que a pesar de dar la sensación de tratarse de una composición estival, la intención del artista era la de plasmar un único propósito: cubismo, cubismo y cubismo. De hecho, Gris ya utilizó esta técnica con anterioridad, en 1915 cuando pintó Naturaleza muerta y paisaje. Place Ravignan.

En esta ocasión, el juego de esta temática veraniega -un lago, una montaña y una ventana abierta en la que se observan diversos elementos como un libro y un periódico- sirven al autor para marcar claramente el espacio interior y exterior de la estructura. La solución artística que ofrece Gris a la perspectiva es plantear diferencias de tamaño y de escala a los objetos, además de usar planos superpuestos. Al final, el autor consigue que dos espacios diferentes formen un todo armónico. 

La obra está realizada bajo la estética del cubismo sintético, fase en la que se inventa el collage y donde se encuentran elementos figurativos reducidos a lo esencial. 

A su vez, destaca la presencia de letras en el cuadro, rasgo característico del cubismo, así como el intento de imitación de materiales como la madera, algo que conducirá al lenguaje matérico, pues se pasará de imitar el material en sí (madera, periódico o hule) a recortar y pegar trozos de esos elementos en el propio lienzo. 

Los colores empleados en la obra son azules, blancos o grises con una tonalidad bastante apagada. Se aprecia con claridad la definición de los contornos destacando el predominio de la línea sobre el color.

Perfección

Si hay algo que caracteriza la pintura de Juan Gris es su perfección cubista, un estilo que él mismo moldeó y al que denomino cubismo sintético. 

El artista curso estudios en la Universidad de Madrid, pero pronto se consagró a la pintura; en 1906 se trasladó a París y se instaló en el Bateau-Lavoir, donde fue vecino de Pablo Picasso y conoció a intelectuales y artistas como Guillaume Apollinaire, Max Jacob y Georges Braque, entre otros. Pintó sus primeras acuarelas al mismo tiempo que publicaba ilustraciones humorísticas en distintas revistas.

Sus primeras muestras cubistas datan de 1911, y en ellas se aprecia la influencia de Cézanne, aunque pronto derivó hacia un estilo geométrico muy colorista, con predominio del azul, el verde y el violeta ácido. En 1912 empleó por primera vez la técnica del collage, franqueando de esta manera la línea divisoria que separaba, hasta el momento, lo real y lo irreal en un cuadro.

Con su pintura introdujo el método en la praxis cubista, es decir, la perfecta definición de unas premisas de trabajo, como una estructura clara y regular, el carácter plano del cuadro y el color, al que nunca renunció, y con el que crea ritmos visuales y armonías de indudable elegancia.

El artista madrileño nunca llegó a alejarse del cubismo e incluso llegó a criticar vehementemente a los que abandonaban sus principios.

Precisamente, La guitarra ante el mar responde a la imaginería más característica de este movimiento artístico al que Juan Gris elevó al olimpo artístico.