Bienvenido, marzo

Ical
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Las marzas, que perviven aún en algunas zonas como Aguilar de Campoo, son una ancestral tradición que da la bienvenida a este mes

Bienvenido, marzo

Marzo marca un punto de inflexión, cada año, en los calendarios con la llegada de la primavera: el aumento de las horas de sol, un termómetro más moderado y el inicio de los rebrotes de algunas plantas y árboles. Marzo es sinónimo de muchas cosas nuevas pero, también de tradición y si en la Montaña Palentina hay un tradición especial y ligada al tercer mes del año, esa son las marzas. Unos cantos populares que llevan el aire castellano y cántabro mezclados y que son la banda sonora de entrada en el mes.

Voces graves y armoniosas determinan la sonoridad de estas canciones que los montañeses conocen y tararean desde tiempos ancestrales. Con los dos pies ya en el mes de marzo y desde la localidad palentina de Aguilar y de la mano de su coro ‘Ronda Aguilar’, que anuncia todos los años el fin del largo invierno de montaña con este particular ejército de voces que hace que las calles se inunden de la alegría de la llegada de la primavera. “Llevamos más de 30 años con esta tradición que es muy especial y muy importante para nosotros y que queremos mantener”, explica Ángel, uno de los integrantes de esta formación.

No hay duda de que el origen de las Marzas fue pagano y consistía en dar la bienvenida a la primavera con todo lo que conlleva para la agricultura y subsistencia de vida, dejando atrás el invierno. De hecho, se puede decir que las marzas son una tradición más que ancestral, que tiene su origen en el calendario lunar que determinaba que el inicio del año era el primer día de marzo, momento en el que los pueblos ibéricos de la antigüedad celebraban la llegada de la vida con una serie de bailes y cánticos.

Pese a la llegada de los romanos y el establecimiento del calendario actual, los pueblos ibéricos cántabros mantuvieron esta tradición que, a día de hoy perdura en algunas localidades castellano leonesas y de Cantabria.

La tradición también determinaba que los grupos de marceros, que es el nombre que reciben estos cantores, fueran únicamente hombres solteros, ya que la ley y la costumbre de las marzas no consienten más que a mozos solteros, por ser este un derecho indiscutido de todo mozo solteros. La longevidad de esta tradición ha llevado a que hoy en día sean hombres casado y entre los 60 y los 70 los que mantengan estos cánticos de bienvenida a marzo.

Además, en cuestiones de género, y en el caso de la formación palentina ‘Ronda Aguilar’, los marceros ya se han comenzado a abrir a la mujer y, de hecho, el pasado año hicieron una distinción especial a la mujer. “Queremos que este se mantenga y tenemos que adaptarnos a los tiempos actuales”, dice.

Dentro de la tradición se mantiene también la limosa. Un donativo en especie o en metálico que las familias y las casas daban a los cantores en su ronda de recorrido por los pueblos. Dinero en metálico, chorizo o queso son algunas de las más habituales limosnas para estos coros. De hecho, si los dueños habían sido generosos, se les daba el eran agraciados con un repertorio de canciones vivas y, sin embargo, los más tacaños recibían las marzas rutonas, a base de cencerros con los campanos que llevaban.

Evitar que se pierda la tradición

‘Ronda Aguilar’ nació en 1985 con el objetivo claro de recuperar esta tradición en una localidad como Aguilar de Campoo. Sin embargo, la falta de reposición que hay en este tipo de coros hace que, en muchos casos, se tema porque en algunos lugares de Castilla y Leon, especialmente del arco cantábrico, donde las marzas son habituales, se pierda.

No obstante, el afán del coro aguilarense les ha llevado a mostrar su tradición en los colegios de la zona. “Nos entristece que pueda perderse, es una tradición que tenemos que mantener y tenemos que lograr que los jóvenes se impliquen”, concluye.