César Merino

César Merino


Lo que más necesitamos

03/01/2022

Ya está cayendo la arena en el reloj de 2022. Un año más o un año menos, según se mire, que en esto del tiempo, como en tantas otras cosas, cada uno es libre de ver la botella medio llena o medio vacía. Bien pensado, esta costumbre de señalar con números sucesivos el camino que vamos recorriendo no difiere mucho de la de dividir en capítulos el contenido de una novela, por ejemplo. Y es que quizás sea eso simplemente nuestra vida…, una novela, un cuento y, nosotros, sus protagonistas, ¿qué seríamos? ¿los títeres de un irremediable destino, de un hado pronunciado desde el comienzo de los tiempos? ¿o tendríamos la capacidad de corregir el rumbo de los acontecimientos, de decidir sobre nuestro propio futuro?
Me pregunto con qué frecuencia nos paramos a pensar en lo que hacemos, si buscamos conscientemente lograr algo con ello, si lo valoramos y queremos o si más bien actuamos por inercia, dejándonos llevar por las corrientes favorables, al socaire de la opinión de la mayoría. Es posible que nos resulte más cómoda esta segunda actitud, aunque suponga ceder a otros el control de importantes decisiones.
Llevamos demasiado tiempo conviviendo con una situación anormal por causa del coronavirus. La natural preocupación por la salud se ve exacerbada por factores que inciden negativamente, y nos introducen en un bucle del que no salimos: decisiones políticas contradictorias y arbitrarias, restricciones de libertades de los ciudadanos indiscriminadas y carentes de fundamento, promesas que no se ven cumplidas y que minan la confianza de las personas, una sistemática campaña en los medios de comunicación que parece diseñada para aterrorizar a la población, generando con su falta de objetividad y rigor, una inútil y peligrosa alarma entre la gente. No hay espacio para la autocrítica, que solamente se dirige hacia quien formula objeciones, barra libre para la censura de las opiniones discordantes, aunque se trate de voces autorizadas y con criterio. Y junto a todo ello, una desesperante llamada a evitar el contacto físico, la cercanía, los abrazos…, precisamente lo que más necesitamos y lo que espero que recuperemos con la mayor naturalidad por el bien de la salud del cuerpo y del espíritu. Que sea pronto.