Una serena sonrisa protagonista

Javier Villahizán (SPC)
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El maestro aragonés coquetea con el espectador haciéndole creer que es él la causa de la risita de la recatada maja

Año 1777 | Dimensiones 104x152 cm. Se puede ver en Museo del Prado

Observando con detenimiento El quitasol, una de las primeras piezas famosas de Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746 - Burdeos, 1828), se descubren algunos de los trazos y técnicas que después harán célebre al autor de La maja vestida, La maja desnuda, El 2 de mayo y Los fusilamientos del 3 de mayo.

Esta obra costumbrista y palaciega ya revela algunas de la características que posteriormente podrán verse en las obras más afamadas del pintor aragonés, como son su rica paleta cromática, suelta y sugerente, el dominio de la luz y la facilidad con la que plasmaba los rasgos psicológicos de los protagonistas, lo que proporcionaba, en última instancia un valor añadido de realismo al conjunto pictórico.

El quitasol forma parte de la serie de 10 cartones para tapices destinados a decorar el comedor de los Príncipes de Asturias -el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma- en el palacio de El Pardo.

Junto a esta obra, Goya entregó otros tres de la serie: La maja y los embozados, La riña en la Venta Nueva y El bebedor.

Sin embargo hay un conjunto de características intrínsecas de este cartón que hacen de El quitasol una pieza excepcional. La primera de ellas es el carácter realista del conjunto, inexistente en el resto de trabajos del artista en ese período. Así, muchos expertos coinciden en apuntar que esa sensación de proximidad se logra con la mirada que dirige la mujer al espectador, haciéndole creer que es él la causa de la sonrisa, aparte de esa falta de precisión del espacio, la cercanía de las dos figuras y la forzada perspectiva y posición del quitasol, además de una postura un tanto estudiada de la joven.

Otro de los elementos que despuntan en lo que será la marca Goya es la explosión de colores. En esta ocasión, el color es ampliamente luminoso y destaca sobremanera sus vivos tonos, al tiempo que el autor aragonés sitúa el rostro de la dama en el epicentro del relato. Es decir, por un lado juega con las luces y las sombras en su faz y, por otro, la sitúa en primer término, pero en un área indeterminada de color.

Además, los fuertes contrastes de tonos en el hombro del mozo y la matizada difusión de la luz sombreada en el rostro de la mujer, están resueltos con una maestría poco común.

 

Delicadeza

La composición de El quitasol es una de las más elegantes de la obra de Goya, y una de las más conocidas de la pintura española. Realizada con un punto de vista con un ligero contrapicado, de abajo hacia arriba, pensando en una posible ubicación elevada, el esquema de la escena es piramidal, respondiendo a las influencias clasicistas que Goya.

Para sugerir la profundidad el pintor distribuye las figuras en dos planos separados por un montículo. Así, la maja está en un primer momento y tras ella la loma oculta las piernas del majo que sujeta el parasol.

La dama es una petimetra muy coqueta, de piel pálida y vestida a la moda, alejada de las gitanas que Goya representa en otros cartones de la serie. Ella se muestra recatada en sus ademanes, mientras su acompañante la protege del sol. En la escena también aparece un pequeño perro que descansa en el regazo.

 

Padre del arte moderno

Goya es considerado como un pintor libre, atormentado y genial, además de ser un autor difícil de encuadrar en los movimientos artísticos del momento, como son el Neoclasicismo, el Romanticismo y el Realismo.

Sin embargo, el maestro aragonés se adelanta a su tiempo y sirve de inspiración e influencia para vanguardias y artistas posteriores. A los impresionistas legó la pincelada suelta, a los expresionistas su forma de interpretar la pintura al romper con la composición tradicional, y a los surrealistas el tratamiento del mundo orínico. Son muchos los que beberán en los siglos posteriores de la obra de Goya.