Emotivo, doloroso, triste, cargado de memoria y de buenos momentos compartidos y sencillo pero importante. Así fue el acto que se celebró a mediodía de ayer en el Tanatorio de Palencia para despedir a Ángel Cuesta y acompañar a su familia y amigos más allegados. 

Acompañó el sol, dando la razón a cuantos hemos creído siempre que el decano de los pintores palentinos irradiaba luz. Acompañaron las gentes de la cultura, con las que transitó el finado y de cuyo núcleo siempre formó parte. Acompañaron las palabras de quienes intervinieron en la despedida, loando al artista, al amigo y al hombre; su quehacer artístico, sus logros y su compromiso personal; sus hallazgos estéticos, su forma de compartir sabiduría y oficio y el cúmulo de peripecias vitales, de las que salió airoso. Incombustible.

En el exterior, junto a cuatro retratos de Cuesta, hablaron Tomás Nozal, Marcelino García Velasco, Carmen Arroyo, Amando Cuellas, Alicia de la Vega, Sara Tovar (en nombre de Elpidio Ruiz), Sari Fernández, María José Sánchez y Julián Alonso (en su nombre y en el de Acacio Puig). Raúl Ruiz lo hizo por parte de la familia. Entre los presentes, Jesús Aparicio, Adolfo Revuelta, Pedro Bureba, Rafael Alonso, Rafael y Rubén del Valle, Paco González y Fernando Berges.