Lección de toreo y puerta grande para Ponce y Marín

Manolo Illana
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El de Chiva demostró ayer en Palencia que sigue siendo el maestro de siempre y el de Jerez se reivindicó como uno de los nuevos que viene apretando con fuerza · Perera no pudo repetir los éxitos de temporada anteriores · Montalvo no defraudó

A la tercera volvió a abrirse la tan deseada puerta grande para que por ella salieran a hombros los triunfadores de la tarde: Enrique Ponce, por quien no pasa el tiempo con sus más que buenas formas de torear, y el joven Ginés Marín, que se está convirtiendo en la hermosa realidad de llamar con fuerza a la puerta de los grandes. Y lo que son las cosas, Miguel Ángel Perera, triunfador en la pasada temporada, no les pudo acompañar. Así es, ha sido y quiera Dios que siga siendo este precioso mundo de los toros.

Cartel con atractivo suficiente por aquello de la presencia de dos triunfadores de la pasada temporada, la ganadería de Montalvo y Miguel Ángel Perera. Y para que no faltase de nada, abriendo la tarde, el maestro Enrique Ponce, que así es como hay que seguir denominándole, maestro y con mayúsculas, como ayer volvió a demostrar. Cortó una oreja,  pedidas con fuerza, a cada uno de sus toros. Brillante con el capote en su primero, un toro que fue dos veces al caballo. Comienza la faena probando por su sitio, midiendo las embestidas hasta llegar al tercio donde aparece la tranquilidad con la que se entrega para que el bien torear haga acto de presencia. Y vaya que apareció en una faena completa de principio a fin con hermosas tandas sobre las dos manos. Muletazos largos, templados y llenos de esa hermosa armonía que desprende su toreo. Poncinas finales, plaza entregada y oreja merecida.

Lo mismo que la cortada a su segundo en el que después de torear por verónicas aplaudidas, dio comienzo a una faena de muleta con mando y muchas más cosas para salir hasta el tercio donde, sin encomendarse a nada ni a nadie, toreó  con clase y categoría. Faena a más y completa. Derechazos sin punto final y naturales para no olvidar. Así ha sido siempre el buen toreo. Más verdad y mejor toreo imposible. Otra feliz tarde de Ponce en Palencia.

Buenos fueron los lances a la verónica con los que Perera recibió a sus dos toros previos a sus dos faenas brindadas al respetable con los deseos de volver a repetir triunfos de anteriores temporadas. En su primero, todo lo tuvo que hacer el torero pues el de Montalvo no le echó una mano tal como el pacense y el público esperaban. Esos mismos deseos aparecieron en su segundo, en el que algunas tandas en los medios tuvieron ese buen hacer que dentro lleva pisando difíciles terrenos. El mal uso de la espada en sus dos toros echó por tierra lo que un año más Miguel Ángel venía buscando en Palencia. Sus dos faenas fueron silenciadas.

Ginés Marín, torero de los nuevos que con fuerza viene apretando en busca de un lugar importante en la fiesta, demostró en Campos Góticos que va por el buen camino para conseguirlo. Las tres orejas cortadas y la puerta grande definen sin lugar a dudas lo que en la plaza hizo. Entrega y bien torear tanto con capote como con muleta en sus dos faenas. Toreras de verdad las chicuelinas en los medios a su primero que brindó al público para principiar su faena de rodillas. Más torero imposible. En los medios y toreando con clase y verdad surge ese arte que engrandece a quien lo ejecuta. La faena a su segundo tuvo detalles de la clase de los grandes. Bueno el toro y mejor el torero. La plaza puesta en pie así lo reconoció y premió.