Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Italia

04/11/2021

En España cada vez resulta más difícil hacer reformas (salvo que sea para subir impuestos, algo que no suele tener retrasos). Lo estamos viendo con las materias sanitarias (especialmente en Castilla y León), con la reglamentación de las pensiones y hasta con lo más duro del momento, la energía y su coste. Demasiada inestabilidad política, exceso de partidos y una falta definitiva de empatía entre ellos, que en la práctica bloquea imposibilita acuerdos necesarios .
Estos días estamos hablando, aunque no lo suficiente, de cómo Italia (el otro gran «sureño irredento», junto con nosotros) ha logrado superarnos en crecimiento económico y ya se ve como Draghi, designado primer ministro «in extremis», está logrando que prosperen las reformas precisas en con un ambiente propicio. Le vieron las barbas a San Pedro durante la covid y han tenido que recurrir a un técnico de larga trayectoria y curriculum reputado para poder salir del lío. Y en la vieja y siempre liosa Italia prosperan ajustes en otro momento impensables.
En España parece que seguimos pensando que no hay privilegios que corregir, desajustes que equilibrar y problemas que pulir. Somos conservadores a ultranza, de izquierdas o derechas, en la medida en que consideramos que nada de lo que hay es susceptible de tocarse a condición de que los privilegios se respeten. Y así, claro, no se prospera. Vamos parcheando y comprometiendo la viabilidad de las generaciones futuras, a quienes legamos una deuda inmensa y una sociedad que no podemos pagar.
Buena parte del Sur de Italia fue española, y en esa Nápoles borbónica germinó el éxito que siempre han añorado. Parece que ahora Italia puede devolvernos la lección, a condición de que estemos dispuestos a aprenderla.