Antonio Álamo

Antonio Álamo


Lamentos

12/05/2022

Se quejaba en público Pablo Iglesias sobre las recientes discrepancias entre Izquierda Unida y Podemos en Andalucía. Lo hizo anteayer, martes 10 de mayo, en una cadena de radio, en La SER, y estaba pensando en la candidatura de la izquierda ante las elecciones autonómicas. Decía entre otras cosas que estaba muy dolido porque «hemos vuelto a los partidos, los despachos, las puñaladas, los dedazos...» Sí, pues sí, es muy posible, pero ¿y cuándo no? A fin de cuentas es como si de repente, contra lo que él pensaba, descubriera que la pólvora está ya descubierta. Sorprende, eso sí, que quien ha sido una de las figuras políticas más representativas de la última década en España haya regresado al mundo de la ingenuidad. O al de los lamentos impostados.
El problema, acrecentado tras el rechazo de la Junta Electoral que ha dejado a Podemos fuera del registro -debido a llegar su adhesión a la coalición fuera de plazo-, es casi una anécdota si se tienen en cuenta las repercusiones que traerá consigo esta situación porque sitúa al partido en una especie de limbo parlamentario que le impedirá trabajar en condiciones adecuadas durante la próxima legislatura. Para colmo, esa falta de puntualidad le incapacitará para recibir en la próxima campaña electoral, la de 2026, el adelanto de fondos que los partidos obtienen en función de su representación parlamentaria y la participación en los debates electorales. En otras palabras, Podemos quedará en manos de IU y Más País, dueños legales de la coalición.
Tiene razón, pues, quien fuera vicepresidente del gobierno de la nación cuando tras su reflexión, añadió que no hay peor manera de comenzar. En eso, es obvio, estará todo el mundo de acuerdo. Donde no va a existir idéntico consenso es en el encabezamiento de la candidatura de la coalición a la vista de las alternativas existentes, dos en concreto, porque alguien en algún momento tendrá que decidir y no parece aconsejable iniciar otro proceso de primarias en todas las formaciones que la integran. Se podría hacer ¿por qué no? pero quizá sería más práctico empezar la casa por los cimientos y no por el tejado… Por lo pronto ¿qué pasa, nadie en Podemos tenía a mano un reloj que funcionara y un calendario actualizado?