Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


¡Hola otoño!

18/10/2022

Sí, ha llegado, y a ver qué pasará. Parece que estamos saliendo de una, pero hay otra que prevalece, y aunque esa otra esté un un país lejano, los corazones no tienen distancias porque todos están fabricados en el mismo lugar y con el mismo molde: españoles, castellanos, palentinos, ucranianos... todos unidos, coincidimos en no querer permanecer impasibles, porque para ello tendrían que habernos fabricado un corazón de hierro de cañón ucraniano. Y no. Estamos en la tierra por amor, y si el amor se troncha, se desmaya por horror, porque él no conoce más que ternura, y si se somete a clases particulares, antes habrá que blindarlo, y se hará un lío. Al corazón moderno hay que ponerle al día, pero eso es muy difícil de lograr, hay que inculcar amor al prójimo...,conformarse con tres metros de tierra encima sin más caparazón... sin responsos... sin súplicas, oraciones... sin música celestial... ¡nada !. Cañonazo a tu casa, que se viene al suelo contigo debajo, sin que nadie se entere porque nadie sabía que estabas en ella... Ya está visto que en algunas ocasiones, Dios está de vacaciones, a lo mejor con grupos de la tercera edad, que incluso logran que cante con ellos el Himno a la Alegría. Por otra parte, desde hoy citarán para la sexta vacuna. Sí, la sexta si se juntan las dos de la gripe. Y no consiste en sacar fuerzas que ayuden, tampoco hay que echar culpas a nadie, claro que no. Son situaciones que se presentan, hay que capearlas, y por la cuenta que nos tiene, disfrazárnoslas interiormente dejándolas a merced de nuestra capacidad de aguante .Tenemos que procurar rellenar más el monedero al salir de compras porque los precios se disparan... Hay que atar un poco más cortos determinados jolgorios desmadrados... Hay que prohibir que circulen por las aceras los patinetes... Hay que seguir tomando precauciones, usando geles y mascarillas en determinadas reuniones masivas, y en espacios cerrados... Y... has llegado, y en mí suelo vas dejando tú hojarasca / por senderos y caminos donde mi alma transitaba / cuando buscaba sosiego por tanta angustia pasada. / El romero, el tomillo, emprenden su retirada / de la mano del espliego y de la flor de lavanda. / Van dejando el paso libre. A ver si la nueva etapa / llega cargada de sol, y de atisbos de bonanza. / Quiero que influyas en mí, que te adentres en mí alma: / Cambia mis versos que inspiran y se quedan en la nada. / Y pon besos, que rebullan, y me estallen en la cara.

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