Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


¿Será una premonición?

19/02/2023

Que avanzamos hacía el individualismo y a la imposición del más fuerte contra el débil, bien por edad, desprotección o lo que sea, es un hecho. Estamos desquiciados. Todo nos incomoda en lugar de ponerlo solución.  Ciudades, pueblos, villas, aldeas… las componen personas. Lo que significa en su comportamiento un montón de sinónimos tal que sensibilidad, respeto, comprensión, caridad, amor, sabiduría, perdón, tolerancia, etc. Pero también existen y dominan más sus antónimos. Es como si ya no hubiera nada que lleve hacia una mínima esperanza de aceptación hacía el otro. Pues sucedió en esta pequeña ciudad, que hace unos días tenía cita presencial con el médico, que  ya no sé si es fijo o eventual, que no debía desaprovechar. Acudo.  Un cartel en la puerta avisa que no está y debemos ir a otra consulta. Aquello asustaba de gente. En recepción solicito otro día, pues en casa me aguardaba una incidencia a solucionar. «Piénsatelo», me dicen, pues no tendría otra cita antes de un mes o más. Decido volver a la consulta y esperar. Cada vez que salía alguien, tres varones trataban de entrar, pero las personas llamadas se lo impedían. La doctora sale con su lista para citar por orden. Pero aquello era un barullo. Me atrevo a decir que si todos los presentes tenemos cita que esperemos a que nos llamen para no interrumpir la consulta. La doctora, cita a una nueva tanda.  A uno de los tres varones que intentaban colarse de continuo no debió de sentarle bien lo que dije y me espetó: «Usted lo que tiene que hacer es irse a casa. ¡Ya debería estar enterrada!». ¡¡¡Dios mío!!! Entonces, me levanté y con el bastón que llevo desde que me caí por una maldita loseta, pegué tal golpe en el suelo,  me miraron con incredulidad, y dije: ¿Así es como respetáis a las personas mayores? ¿Pensaran igual de sus madres y abuelas? Tan contundente sentencia me dolió en el alma. Fue como un rayo que entró en mi cuerpo  destruyéndome en un instante como persona por dentro y por fuera. Me pregunté por qué intervine. Pero, ¿es que por ser mayor ya no puedo defender mis derechos? Parece ser que no. ¿Será  una premonición? Dios no lo quiera.