Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Mi amigo Amalio

27/10/2020

Caía una mañana temprana, de agua y frío, de carajillo y aguardiente en Venta de Baños. Nada más llegar al Ayuntamiento pregunto por mi amigo Amalio, me dicen que disfruta de unos días de vacaciones. Todo lógico, pero cuando empiezo a hablar con su amigo el alcalde me explica con recogimiento que había caído enfermo, que estaba muy delicado. Pero no le di mayor importancia: quien aguanta año tras años los madrugones de hielos en las estaciones de Renfe esperando a un tranvía que le acercaba al Ayuntamiento lo soporta todo. Ahora me acaba de llamar Jacobo apesadumbrado, desde la librería Ateneo, para decirme que ha visto su esquela.
Amalio nos ha dejado poco después de hacerlo Javier, el alcalde comunista compañero de Amalio, de luenga barba y voz gangosa, quien le solicitó su compañía en el Ayuntamiento, como luego ratificó un juez.
Sieteiglesias me buscó en estas páginas de Diario Palentino para editarlas, entregamos a la prensa Crónicas de mi Palencia y poco después Mi Palencia íntima y lo dejamos todo preparado para publicar una guía para Saber ver el rejoneo, cuya presentación hizo Fermín Bohorquez hijo. Trabajábamos las tardes en la terraza del Bianco, nos juntábamos a la hora de vuelta de la vecera para corregir escrupulosamente los textos, ajustábamos las páginas viudas, los párrafos escritos bajo la presión de las vivencias, ordenábamos amontonados recuerdos.
Me narraba sus noches de niño en la casa de su tío, en el cementerio civil de Madrid, donde se enterraba a los que no eran cristianos, a los masones, judíos y ateos, todos tenían su lugar allí, aislados en muerte, separados por lo irracional. Me contaba el miedo que le invadía cuando los trenes pasaban e iluminaban el camposanto civil y cómo se convertía en juego entre tumbas desde el alba.
Editó libros con fotografías que le daban los vecinos de Venta de Baños, lenta labor de reconocimiento de caras, amistades, máquinas de tren y lugares, que gracias a su trabajo han quedado para la posteridad. Discutíamos de literatura a la sombra del Babelia, de páginas de letras y entrevistas a escritores en los dominicales, él desde su perspectiva ideológica y yo desde la mía. Aquel hombre se hizo querer y hoy me llena de lágrimas su vacío.