Elisa Docio Herrero

A vuela pluma

Elisa Docio Herrero


Insolventes morales

23/08/2020

En tiempos de bonanza todos somos más o menos estupendos. La verdadera cara de nuestra ética asoma si aparecen dificultades, ahí es donde se nos sale por los poros lo mejor o lo peor de nuestra condición humana. Lo estamos viendo con claridad en la situación creada por la actual pandemia. Florecen los buenos empresarios que no dejan en la cuneta a sus trabajadores cuando pincha el negocio; lucen los esfuerzos denodados de aquellos sanitarios que son de por sí generosos y valientes (los que no se quedan en casa por temor); hablan con razones los políticos que arriman el hombro para no entorpecer la dura tarea de quien tiene que organizar la situación sobrevenida; muestran sus caras los vecinos y parientes acogedores y comprensivos. Pero, también surgen los visionarios de las conspiranoias para envenenar el ambiente, y los peligrosos incívicos que se oponen por sistema a todo mandato, tal vez por narcisismo, para llamar la atención o para que les hagan el caso que no tuvieron de pequeños. Voces llamativas que rechinan en la parte lógica del cerebro. Léase la señora Ayuso que parece nadar entre el histrionismo y la psicopatía. Léase Miguel Bosé que acusa un trastorno de necesidad inconmensurable de ser visto y escuchado, con o sin mascarilla.  Y, además, de los insolventes morales están los aprovechados inmorales, los que han pretendido enriquecerse con el material sanitario, quienes lo roban directamente y los que incrementan los precios ante la escasez. En la cúspide de la indecencia está el mercadeo con las vacunas y tratamientos; laboratorios y empresas farmacéuticas, gobernantes y países enteros llevados por la codicia de esas patentes que debería prohibir la tabla de los derechos humanos por crear la mayor de las desigualdades, como es negar el derecho a remedios vitales.