Ilia Galán

Ilia Galán


Tala injustificada en la acequia

30/01/2023

Palencia: acequia del Cristo. Caen ramas y árboles, dicen que secos estaban los cortadores; otros, que si no. Discuten, debaten, pero los troncos quedan: rastro de lo que fueron y ya no son. Es noticia en nuestras páginas, la sensibilidad ha cambiado mucho en los últimos años y ahora, cuando media España ha sido arrasada por incendios provocados en los veranos, valoramos más los gigantes vegetales que nos dan sombra en verano y frescor, alegría, pues nos espantan los desiertos, que crecen inmensos alrededor. La mentalidad ecologista ha ido formando nuestras mentes y nos lleva a muchos a gustar los árboles grandes y apenas podados, no más de lo imprescindible, pues queremos un mundo más verde y con menos asfalto. Siempre me horrorizaron las podas bárbaras de nuestras tierras que dejan los troncos pelados y llenos de muñones, como si odiasen la grandeza vegetal. Quien paseaba bajo sus ramas, a la sombra, suavizando los calores, mirando el gorjeo de las lindas aves o cómo iban saliendo en primavera los verdes brotes ya no pueden gozar de esa mirada más, y esto es lo que hoy a muchos nos duele. Sería distinto si por cada árbol talado se plantaran dos o tres, como hacían en Finlandia con los bosques... Pero que no se tale sin necesidad, que no se pode lo que es hermoso y floreciente de vitalidad y a lo alto crece. El crecimiento de las ciudades, la destrucción de bosques y arboledas nos ha dado la consciencia de que sin esas choperas y esas selvas no podremos respirar dentro de unos años, asados en las estepas, vacías, sosas, tristes, quemadas por el estío.
Hastío nos producen los campos que ni siembran ni tienen vegetación. Arboledas: riqueza, combustible cuando hace falta, papel, madera para usar en muchas tareas... Lugar de esparcimiento, habitáculo de aves y otros lindos animales.
Peladas son buena parte de nuestras severas poblaciones secas. Raíces muertas que ya elevarse de nuevo en forma de vástagos ni pueden. Vivan los árboles y, si no queda más remedio y hay que sacrificarlos, que planten al momento otros y la fronda sea un jardín que de alegría llene a vecinos y visitantes.