Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


El Mundial más fariseo

27/11/2022

El 7-0 de España ante Costa Rica en el Mundial de Fútbol de Qatar me anima a volver sobre el campeonato más hipócrita de los últimos tiempos. Al posible distraimiento que supone este torneo como bálsamo en medio de las penurias –o sea, pan y circo– para evadir los problemas que ya nos acechan, se añade una retahíla de incongruencias, por calificarlo de forma fina. Veamos. A pesar de las aparentes restricciones (sexo, alcohol y otros muchos festejos de toda índole), puedes sortearlas si localizas el local adecuado o bien abonas la gula a algún conseguidor residente, como en los tiempos de tradición más católica, apostólica y romana. O bien, si tienes medios económicos para utilizar una argucia legal como es instalarte en un lujoso yate cercano y en aguas internacionales, habilita para actuar con absoluta libertad. El sexo fuera del matrimonio, la homosexualidad o el consumo de alcohol en vía pública para aficionados y jugadores durante el Mundial de Qatar 2022 está prohibido, debido a las restricciones de la Ley Islámica que rige el país árabe, con penas de prisión de hasta 7 años. Algo que resulta contradictorio, cuando el propio emir de Qatar tiene tres esposas. 

A todo lo anterior, que ya es suficiente muestra de hipocresía, se une la vergonzosa posición de la FIFA a la hora de conceder la disputa del Mundial a este país, porque convendrán conmigo en que agachar impunemente las orejas y ponerse de perfil ante la posibilidad de mostrar unos mínimos guiños a la libertad de expresión por parte de los jugadores es un ataque gratuito a la diversidad y a la integridad de las personas. Los capitanes de la Selección de Inglaterra, Gales, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Noruega, Suecia, Suiza y Países Bajos prometieron saltar al campo de juego con el brazalete 'One Love' con los colores del arco iris. Por cierto, España nada de nada.

La misma FIFA se encargó de advertir a las federaciones de fútbol de los países participantes que los jugadores que luciesen ese brazalete se arriesgaban a ser amonestados con una cartulina amarilla antes del pitido inicial del partido, lo que ha condicionado finalmente a sus capitanes. Solo, por el momento, los jugadores de Irán han tenido el valor de ejercer la protesta más comprometida, al no corear su himno, aunque es un gesto motivado más por las revueltas de su propio país que por la falta de libertades del anfitrión del Mundial. También otros se han arrodillado en el césped de los estadios en señal de repulsa.

Todavía queda campeonato para comprobar si alguna Selección se atreve a mostrar su repulsa. Cierto es que ni los jugadores, ni técnicos, prensa y aficionados desplazados, son cómplices de ningún régimen autoritario, pero ¡hombre!, un poco menos de demagogia y más exhibiciones de inconformismo no vendrían nada mal ante los ojos de todo el mundo. Eso sí que sería una auténtica goleada a la represión y a la falta de libertades. Lo demás, pura hipocresía.