Fernando Martín Aduriz

Dirección única

Fernando Martín Aduriz


Megalomanía

22/10/2020

Escuchar la megalomanía en singular es como leer la historia de los grandes megalómanos que en el mundo han sido. Se trata de penetrar en una recreación de la realidad, tras la cual, se sabe que ese exceso dará paso a la posterior melancolía, transitando en el camino por el instante de la perplejidad.
«Pensaba que había llegado la ocasión de elevarme, que mi nombre iba a dar que hablar por el mundo, que con mi muerte me cubriría de gloria, y que en un futuro mis ideas serían adoptadas y se haría mi apología», fueron las palabras de Pierre Riviere, el caso criminal comentado por Michel Foucault en su famoso Yo, Pierre Riviere…un prototipo del interés megalomaníaco del sujeto que busca ser la excepción y pasar a la historia, ser reconocido por la humanidad.
Aires de grandeza es otro apelativo muy significativo, darse esos aires nos dibuja a un sujeto inyectado de ese elixir. Su grandeza, siendo artificial, cumple la función de sostenerlo durante un tiempo en esa ilusión del alto vuelo. La grandeza soñada vela la pequeñez del personaje.
Hinchada autoestima es otra expresión al uso que nos acerca a ese prototipo del megalómano/ególatra de nuestra época, ese que desconoce los límites para su ego, tan animado hoy por esos entrenadores psicológicos que inventaron el mito de la autoestima. Y ya todos dicen tener falta de estima. Han conseguido crear pequeños megalómanos de segunda división, sujetos crecidos que se vienen arriba si tienen la mala suerte de triunfar, que creen comerse el mundo, osados a la hora de opinar y saber de casi todo.
Freud hizo una analogía entre el megalómano y el niño: «La vida anímica infantil y primitiva muestra, en efecto, ciertos rasgos que si se presentaran aislados habrían de ser atribuidos a la megalomanía: una hiperestimación del poder de sus deseos y sus actos mentales, la ‘omnipotencia de las ideas’, una fe en la fuerza mágica de las palabras y una técnica contra el mundo exterior: la ‘magia’, que se nos muestra como una aplicación consecuente de tales premisas megalómanas».  
La megalomanía, parafraseando a Clausewitz, es la continuación de la infancia por otros medios.