Mª Ángeles de la Torre Bugidos

Mª Ángeles de la Torre Bugidos


Cuando todo vale

21/02/2022

Decía el filósofo y lingüista Abilio de Gregorio que cuando todo vale, al final, nada vale.
Y ese es el punto al que hemos llegado ya tras la cultura moral inundada de «relativismo»: Posición filosófica que niega la existencia de verdades absolutas. Es decir, el conocimiento humano es incapaz de alcanzar la Verdad ya que todo «depende» de las circunstancias y nuestro conocimiento está influenciado por las vivencias históricas que tenemos cada uno y que condicionan nuestras ideas preconcebidas.
Del hecho de que todo sea relativo se llega a la consecuencia de que todo vale en el orden moral ya que todo, lo que es considerado malo o bueno, depende de las circunstancias.
Así que ya no existe la posibilidad de fijar tu existencia en ningún cimiento sólido. De ahí que los sociólogos nos denominen «la sociedad fluida», nada hay estable ni firme en donde poder apoyarte.
Eso provoca un desconcierto tremendo en nuestros niños, adolescentes y jóvenes que reciben mensajes absolutamente contradictorios de distintos orígenes y todos son supuestamente válidos, todo es correcto o incorrecto según las circunstancias.
Llegados a ese punto en el que todo vale, el resultado es evidente: Ya nada vale.
No vale la dignidad de quien tengo al lado, ni vale tener consideración hacia las personas con quienes convivo o están en mi camino.
No vale el respeto ni mucho menos la empatía, no vale la entrega, ni el esfuerzo, ni la generosidad. No vale la sinceridad ni el reconocimiento de que nos hemos equivocado, tampoco vale pedir perdón ni asumir las consecuencias de nuestras decisiones y acciones. Nada vale.
Como todo vale y les estamos dando una deficiente y desfigurada formación afectivo sexual, se entregan a situaciones de un inmenso riesgo para su salud física, psicológica y también social, pero todo vale. Y como nada vale, puedo robar la identidad en las redes sociales a quien me cae mal o me ha jugado alguna mala pasada, pisoteando su dignidad y poniendo al alcance de todos contenidos que denigran la dignidad de esa persona. Cierto que es un delito, pero en los mensajes contradictorios que recibo alguno me indica que no tiene tanta gravedad como parece. Todo vale.

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