José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


La mirada de un asesino

09/04/2021

ETA sigue existiendo. Ni se ha disuelto, ni ha entregado las armas, tampoco han renunciado a sus fanáticas reivindicaciones. Esto lo saben los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. No necesitan su política del tiro en la nuca, les sale más rentable el actual escenario del que disfrutan. Su protección está garantizada por su presencia en las instituciones de las más variadas marcas proetarras, en especial EH-Bildu, dando visibilidad política a su discurso, imponiendo condiciones al Gobierno, recibiendo subvenciones públicas, disfrutando del altavoz de los medios de comunicación y, por si fuera poco, de una libertad de movimiento y expresión que a otros niegan –así lo hemos visto en las recientes elecciones vascas-. El blanqueo de la banda criminal es un hecho incontestable. Desde luego que las asociaciones de víctimas del terrorismo, también los ciudadanos de bien, asistimos encabronados a los guiños y carantoñas que les regala, obscenamente, nuestro ínclito presidente.
El acercamiento de los presos vascos a las cárceles de la Comunidad vasca, tan española como cualquier otra comunidad, pero con más densidad de terroristas, es la enésima concesión de Pedro Sánchez a cambio del apoyo a su investidura, y mucho me temo que no será la última de las claudicaciones ante los criminales de manos tintadas en sangre.
Recientemente se ha aprobado el traslado de Txapote, cuyo curriculum delictivo y sanguinario es repugnante y vomitivo. Entre otros méritos reconocidos está el asesinato de Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica y Gregorio Ordóñez. Este asesino ha sido condenado tan sólo a 152 años de cárcel, pese a que no ha dado muestra alguna de arrepentimiento, ni petición de perdón a las víctimas.
En junio de 2006 asistí a su juicio en la Audiencia Nacional. Durante un momento de receso, pude acercarme a su celda de cristal, y apenas a unos centímetros de distancia, nos miramos a los ojos y pude apreciar la mirada de un asesino confeso, soberbio y orgulloso de sus actividades. Sentí asco, pero le pude llamar a la cara ¡¡¡Asesino!!! Que es lo que es.