José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Año viejo o nuevo

31/12/2022

Si en la Navidad celebramos algo divino, en el Año Nuevo festejamos la conquista empírica del materialismo, de la mentira del tiempo. ¿Despedimos el año, o damos la bienvenida al nuevo? Solo es un instante del reloj en cada lugar del planeta, para postergar lo viejo y desechable del pasado año. Puede que, con el Año Nuevo, celebremos el triunfo de la vida, el revivir del mal sueño de la muerte. Cada año es un giro alrededor del Sol, con pretensiones de plenitud, un deseo algo erótico dentro de la estructura existencial del espacio. Para algunos filósofos, como Nietzsche, la estructura del tiempo es circular. Todo lo que sucede volverá a suceder, en un eterno retorno. Todo se repite porque, en la realidad, no hay principio ni fin sin restitución.
Para otros filósofos y en otras culturas, como la nuestra, el tiempo tiende a comprenderse, más lineal que circularmente, con principio, sentido y fin. Como una historia en que cada suceso representa un paso adelante, hacia la consecución de una meta final que en la mente está el cambio de fecha. Cada Nochevieja celebramos la verdad de lo eterno (o lo eterno de la verdad) contra el engañoso intervalo. Y esa verdad consiste en el afán de identidad o unión, tanto en el medio rural como en las grandes ciudades. En Año Nuevo se celebra el amor, en el sentido trascendente de paz: cese de hostilidades, de guerras y enfrentamientos mundiales. Un amor entre seres humanos, no sólo en la familia, sino también en cada grupo social.
En la eterna lucha por dar significado a nuestra fugaz existencia, los humanos hemos explorado o concebido la medida del tiempo y el sinsentido natural de nuestros pasos por el espacio. Un nuevo año es como el amanecer de un nuevo día, una nueva oportunidad de poder ser mejor persona. ¿Qué es lo que hoy nos falta? 
Los sabios de todos los tiempos coinciden en que el secreto de la vida es la mesura, la moderación, tener perseverancia y vida interior, creer en uno mismo y en el orden natural, sin tantas quejas y personalismos. Brindemos por la verdad del encuentro con un Año Nuevo, con los sinceros deseos de felicidad, en comunión con todos los lectores. 

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