Margarita Torres, profesora titular de Historia Medieval de la Universidad de León, número uno de su promoción, investigadora y escritora, conocida por su defensa del cáliz de Doña Urraca como auténtico Grial, ha sido ratificada recientemente como candidata a la Alcaldía de León por el Partido Popular. Decir que la política es cainita no es descubrir nada nuevo y en este caso no han tardado en aparecer ocultos portadores de quijadas para el linchamiento. Parapetados en el anonimato y ocultación que facilitan las redes sociales, integristas de su propio partido, o simplemente aspirantes frustrados al mismo cargo, difunden estos días un manifiesto de apoyo a Zapatero firmado hace 15 años, ante las elecciones de marzo de 2008, por Margarita Torres junto a 55 personas más. El grupo, encabezado por el poeta Antonio Gamoneda, Premio Cervantes, se mostraba «satisfecho con el hacer y gobernar» de Zapatero en su primera legislatura, tanto desde el punto de vista de los derechos de los ciudadanos como por «la nueva mirada sobre» León. La crisis económica, tan inesperada como brutal, frustró aquel momento histórico para León, aunque ahí quedaron hitos como el actual Incibe, referente internacional en ciberseguridad, que obligó a Zapatero a una crisis de Gobierno por la ambición insolidaria de un ministro catalán; el Centro Estatal de Multas, la Ciudad de la Energía en Ponferrada, el proyecto de la nueva estación de Renfe, que Rajoy pretendió abortar posteriormente, el centro estatal de mayores, también paralizado luego por el PP, la dotación del aeropuerto con categoría internacional que ahora muchos indocumentados niegan, o el impulso dado a las conexiones del AVE con Asturias. En ese contexto Margarita Torres explica su firma de entonces, en aquella pretensión de encontrar en Zapatero para León el Felipe González que fue con Sevilla. Pragmatismo de Margarita Torres, condición de la que hace bandera también ahora, que lejos de descalificar a la candidata del PP la honra, porque nada hay más sagrado que la lucha por los suyos y poco más aborrecible que la demagogia en política. Quienes ahora se arrogan pureza de sangre para descalificar a la candidata popular no dejan de ser otra cosa que ignorantes o hipócritas.