Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Año nuevo, realidad nueva

05/01/2023

Se llamó Alfonso de Aragón, y Bacon contaba que miró el azulejo junto a la chimenea y vio viejos libros para leer, / viejos leños para quemar, / viejos vinos para beber, / viejos amigos para conversar. Lo escribe Antonio Gala en su columna Los años y los días. Es decir, todo aquello que hace más feliz la vejez. Pero, en realidad, ¿no estaba solo? La amistad envejece a la vez que esos amigos. Tomo un libro de Romano Guardini, profesor de Ética en la Universidad de Múnich, Las etapas de la vida. Regalo de un sacerdote amigo, Alberto Lanchares, hombre culto que leía con pasión. El libro puede ayudar a comprendernos a nosotros mismos y a aceptar las ventajas y dificultades de cada fase de la vida en la que nos encontremos. El hombre nace solo y muere solo. Cada una de ellas, se vive de modo distinto según las circunstancias y el carácter de cada persona y da  lugar a un ser, único e irrepetible. 
Hoy escribo sobre la vejez, la única etapa que me queda por vivir y deseo escapar de tópicos y mitos que suelen acompañarla. Dicen que envejecer es entrar, poco a poco, en el aislamiento, en la soledad, el insomnio, la indiferencia, el distanciamiento de los hijos o parientes jóvenes. Las fiestas son deprimentes. Mi madre decía: mientras la cabecita rule, que Dios me deje pero, luego, que me lleve. Se mantuvo lúcida, en su casa, hacía sus labores, y se enfadaba si alguna de mis tres hermanas, que viven en Coruña, intentaba ayudar. Quince días antes de su muerte, una pulmonía la llevó al hospital. Esperó a despedirse de mí, única hija que vivía lejos. Murió en mis brazos. Iba para 92 años. Tuve suerte. 
Creo que hacerse mayor, significa ganar en serenidad, calma, reflexión y plenitud si la cabeza está en su sitio y se mantiene ilusión y se ayuda a los demás. El amor se manifiesta con mil pequeños detalles que recibimos o damos. Hago lo que me satisface. Recuerdo lo que hice junto a mi marido e hijos y vivo esa realidad dos veces. La vida es un don gratuito. No es nuestra. Debemos entregarla al final. Quiero vivir hasta el último instante esa maravilla de la que he disfrutado, no voy a arrepentirme de lo que no hice, seguiré adelante. Abro la ventana para dar gracias a Dios cada día. No necesito más. Es suficiente para sentirme bien. 

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