Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


La España Vaciada, urbanitas y caciques

28/12/2021

La cosa esta de la España Vaciada no es para nada cosa de pueblo sino de urbanitas y de capital. Como tal empezó y como tal progresa, porque es muy "progre", convertida en la nueva causa de los buenos universales, una más que añadir a los ismos varios de obligado cumplimiento y sumisión. Esta resulta un descubrimiento maravilloso para demostrar la profunda solidaridad y la exquisita sensibilidad que debe adornar a un espécimen de la bondad universal.

¡Pobres tierras vacías, debemos llenarlas... de palabrería!. Porque no hay nada más que ver a la cantidad de opinadores y columnistas, en modo plañidera y en posición de loa, ante lo que entienden como su gran misión de regreso y resurrección del medio rural y natural. Ellos en y desde la urbe, claro está. Bueno, también con salida de finde a contemplar la "postal" y a dar doctrina al personal.

Lo que está sucediendo en el campo español y en el medio rural tiene muy poco que ver con lo que este gimoteo impostado e hipócrita presume de que le preocupa y pretende que creamos que aspira a resolver. Sus lagrimeos y emociones recuerdan mucho a la de aquellos románticos señoritos, que visitaban castillos hundidos y abadías desportilladas. Ahora la moda es irse de pueblos a hacerles entrevistas y hacerse selfies con los que quedan. Ello no van a hacerlo, desde luego. Ellos ya cumplen con su misión de predicar.

En los pueblos, por si no se han dado cuenta, viven los que quieren vivir allí. Las condiciones de vida, aunque han experimentado una mejora impresionante, son las que son y aunque en ocasiones sean buenas, la gente que se ha ido a la urbe, en los pueblos se dice "a la capital" no parece por lo general con ganas de volver, excepto para vacacionar y buscar eso tan presuntamente codiciado de sosiego y paz. Pero por unos días o todo lo más unas cuantas semanas.

Esta luego lo otro, que es en qué trabajar y esa es harina de otro costal. Con dos vertientes. Ya les advierto que lo de agricultor, además de estar cogido es pero que muy complicado para empezar. Hace falta tierra y maquinaria, dinero importante y luego es duro, muy duro, el conseguir sacar la cabeza y mantenerse. La labranza mantiene lo que puede mantener. Gente de oficios sí que falta, como en todos lados y para determinadas labores les adelanto que sobra tarea, pero no son de las que los autóctonos están dispuestos a hacer. Luego está los que pueden desarrollar desde allí trabajos con terminal en las ciudades. Con el Covid se pensó que vendrían muchos y algunos se quedarían. Ni tres.

Un salto más allá, el de los pueblos de mayor población y en su día con potencial. Pues a menos. ¿Y por qué?. Pues porque, y esto pasa muchísimo, aunque haya quienes incluso tienen sus trabajos funcionariales allí, en cuanto pliegan, pillan el coche y para el piso que tienen en "la capital". Porque esa pulsión humana hacia el hormiguero no parece que se nos vaya a pasar.

En cuanto a la supervivencia de los pequeños núcleos hay que decir la verdad. Aunque sea muy dolorosa y a algunos nos duela a los que más. No es nueva, es fruto de los profundos cambios sociales y es irremediable. Sencillamente es así. En mi provincia, Guadalajara, hay más de trescientos lugares habitados, algunos por tan solo una persona o dos. No es sostenible, odio el palabro, pero así es.

Ahora lo de la España Vaciada se ha metido en política. Bueno, los que se están metiendo llevan decenios en ella de aquí para allá y de allá para aquí, y han visto ahora la oportunidad de conseguir lo que no pudieron antes pillar. Véase como ejemplo y cabeza al de Teruel, que vivía en Valencia, que había andado recorriendo siglas, en su caso de izquierdas, hasta que dio con la tecla y le sonó la flauta. Ahora concita a parejos personajes de diferentes adscripciones a seguir su senda y montar una orquesta a nivel nacional. Es el momento y por altavoces y arrimados no va a quedar.

Me inspiran todos ellos idéntica confianza, aunque supongo que habrá alguno nuevo con buena voluntad, que los políticos de las viejas siglas a quienes la mayoría pertenecieron. O sea, ninguna. Nada, pues, tengo a favor, ni más en contra, tampoco. Pero algo sí y para el futuro no deja ser inquietante. Tenemos ya 17 autonomías, por 17 multiplicado el número de "colocados" y por 17 troceada la Nación, algunos ya entrando en descuartización. Si esto coge copero, que me temo que lo cogerá, pues toda regresión a los errores suele tener éxito, daremos encima un paso definitivo hacia la desvertebración general. Cada provincia un estado. O más. Porque luego vendrá el cantón y la comarca después. Y como figuras centrales, los prebostes de cada zona y lugar, que clamarán por los campos despoblados y viven en la capital. En el fondo, y como alcarreño, no sé por qué, o sí, que desde el primer día que comenzaron a asomar me empezó a venir a la cabeza Romanones.

Mucho dará para escribir. Pero por hoy me quedo en lo que comencé.

Que el logo, la pancarta, el título y la musiquilla son muy bonitas y como de muy buen sabor y olor, son genios vendiendo huevos hueros, pero resumiría la cantiga en dos notas que a toda costa se quieren camuflar. Que el doctrinario es urbanita y su esencia la milonga plañidera y que quienes se quieren subir al borrico tuvieron anteriormente un nombre muy preciso: caciques de toda la vida de Dios.

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