Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Encantados

22/01/2022


En un lugar tan común y al mismo tiempo tan maravilloso, como tantos otros. Y ocurrió. Que estando allí tranquilos, al socaire del sosiego invernal, fulminando cuentos de media tarde, aparecieron los nuevos magos del sortilegio. Tiburcio ni se inmutó y siguió pegando mordiscos a la manzana como para abrir las puertas de nuevos infiernos o paraísos, según se mire y con permiso de la gravedad. Porque lo que cayó no fueron rayos, tampoco centellas. Llovieron promesas y propuestas como panes multiplicados y mira que el vino no andaba lejos para haber completado tan magna presencia. Pero de claretes nada dijeron y de la bota tiramos para pasar el trago. Fue algo así como los menús de no hace tanto: entrantes calientes, langostinos, carne o pescado y helado de postre. Festín de boda. Eso sí, lo del puro en los tiempos que corren ni se planteó. Y mira que no faltan motivos para inspirar, aunque sea humo insano y perjudicial para la salud. Dices tú de mili. A buenas horas mangas verdes con la que tenemos encima. Suma y dale. Pero oye, que sonaba todo a las mil maravillas. Tres sujetos majos de verdad, simpáticos a más no poder, que llegaron por aquí  sin necesidad de mapas, lo que de por sí ya era un punto a su favor. Al menos conocían la zona, o la barruntaban. Y es que no conviene meter a todo el mundo en el mismo saco. Sí que nos sorprendió que nos buscaran en el tiempo del paseo, por el camino que lleva a la urbe pero no a Belén. Pastorcillos, en nuestro caso, no somos, si bien a lo lejos pastoreaban profesionales que tiraban de transistor para estar al día. Nosotros es que no leemos ni vemos nada, dijo Tiburcio, y lo que tengan que brindarnos déjenlo por escrito en el buzón, firmado y con las cuatro ideas básicas. No pido mucho más, apuntó mi buen amigo. Claro que, estando allí, aprovecharon para hablarnos de sanidad, de transportes, de infraestructuras, de naturaleza, medio ambiente y de desarrollo rural por los cuatro costados. Incluso discutieron entre ellos mientras nosotros asistíamos, involuntarios, a un debate que para sí quisieran en otros lares. Apoteósico. Incluso aprendimos cosas nuevas y luego, cuando se fueron, nos sentimos protagonistas involuntarios de un culebrón con desenlaces inciertos.

ARCHIVADO EN: Medio ambiente, Sanidad, Salud