Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Los negas        

17/07/2021

La caja tonta no siempre es tan tonta. Cuando te alumbra conceptos con tanta enjundia como el nega recuperas la fe en el ser humano y en esa sensibilidad que provoca en la chavalería el aprendizaje en la escuela de las artes, de la música, de la pintura, de la escultura… y que puede canalizar en sus futuros un enfoque de perfección que les guíe por la senda de la excelencia.
La noción del nega rápidamente ahonda en la convencida actitud del que asevera con rotundidad un resultado óptimo ante una disparatada acción determinada y que se derrumba como un castillo de naipes de papel de fumar antes, siquiera, de desplegar el librillo. En el caso que nos ocupa en estos primeros renglones, el arte de llevar al huerto a una presa objetivo para jugar a los médicos, Wolowitz (Big Bang Theory) nos lo revela como ese taimado cumplido con aires de piropo que, intentando agasajar, encierra a la par un desaire de desdén para que el/la receptor/a del mensaje no crea todo el monte orégano y se quiera saber ya cortejado/a.
Sirva como ejemplo antes del batacazo… «nunca un pelo tan sucio le sentó a nadie tan bien…». Pues eso… ¡batacazo!... qué lejos el huerto que ni con prismáticos…
Y es que el fruto esperado en tan descabello lance parte de una premisa errónea de por sí. Pero cuando el prota se obceca en tan desastrosa estrategia y tropieza en cada capítulo con la misma Ayers Rock (a saber, la considerada piedra más grande del mundo) el descojono inicial se torna en triste ternura.
Cuando hace su aparición el camarero monologuista que de todo hace chanza, con la bandeja cargada de sus mejores negas y su actitud más firme y convencida que la del gallo del gallinero, pueden aparecer los problemas. No es ley, y no siempre, pero muy fino ha de ser como expresión de su idiosincrasia profesional o muy dispuestos han de estar los comensales… ambas, en el mejor de los casos.
Distando años luz del chascarrillo educado, eficaz, ácido, oportunamente soltado… que siempre arranca sonrisa, el que se excede en las confianzas, de todo hace sorna y hasta interrumpe conversaciones para gozar cada minuto de su minuto de gloria, es capaz de arruinar, en una mesa de restaurante o en una barra de bar, la celebración más emotiva, la cita más anhelada o el acuerdo más próspero.
Prudencia…