Antonio Álamo

Antonio Álamo


Crisis

23/12/2021

La crisis del 2008, fruto de una desregulación en los mercados occidentales más que discutible, la pagó la ciudadanía de a pie… occidental, oriental y del resto del mundo. Aquella chapuza económica donde cabían artificios financieros y conductas poco elegantes se llevó por delante sueños y ahorros de demasiadas personas que, para colmo, tuvieron además que escuchar estupideces irreproducibles mientras sus historias quedaban reducidas a escombros. En España, por cierto, dos dirigentes políticos llegaron a anunciar que el rescate bancario «no costaría un solo euro a los españoles», tal como recuerdan las hemerotecas. La broma, por llamarlo de alguna manera, costó 51.303 millones de euros de los cuales hace cinco años solo se habían recuperado 2.686.
A aquel despropósito, uno más en una larga aventura que truncó la red de las cajas de ahorros españolas, siguieron otros y aquel entramado se derrumbó con estrépito aunque, a diferencia de lo sucedido con los ciudadanos que pagaron la factura, de estas populares entidades financieras queda un recuerdo y algunos edificios emblemáticos como los que permitían identificar en Palencia, y es solo un ejemplo,  a dos instituciones representativas: Caja de Ahorros y Préstamos y Caja de Ahorros y Monte de Piedad. En un futuro inmediato los manuales de historia permitirán conocer con detalle cada uno de los hitos que condujeron a su desaparición.
La crisis derivada de la existencia de una variante reciente del Covid también será estudiada aunque de momento lo único que se sabe con certeza es que estamos inmersos en una nueva ola cuyas consecuencias son difíciles de predecir, entre otras razones porque poco se sabe sobre esta cepa y -lo que es peor- la sociedad española escucha impávida cómo las reglas de convivencia con ella varían de un lugar a otro, sin que exista un criterio homogéneo. Lo puede comprobar cualquier persona que tenga un poco de paciencia. La suficiente para descubrir que los criterios sobre prevención y restricciones sociales frente a este virus varían notablemente de un territorio autonómico a otro, sea por la proximidad de las fiestas navideñas o por otros motivos. Da igual. Lo cierto es que la siguiente factura, la del Covid, está al caer.