Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Europa

15/12/2020

El pasado jueves llegaron buenas noticias desde Bruselas. Muy buenas. Nada más y nada menos que el desbloqueo del fondo anticrisis, que, salvo variaciones finales, traerá a España unos 142.000 millones de euros. Hungría y Polonia levantaron su absurdo y peligroso veto, obligado te veas, y el continente respiró aliviado. Y esperanzado. Y también convencido de que el paso dado era vital. Y no solo por el montante económico en juego y por sentar las bases de la ansiada reconstrucción, sino también porque se ha demostrado, explícita y fehacientemente, que Europa, la Unión Europea, vale para algo, para mucho. Es decir puede dar soluciones a los problemas por gravísimos que estos sean. Conviene no minusvalorar este aspecto, sobre todo porque cierta ciudadanía parece tener la convicción de que Europa únicamente nos envía males, dificultades y trabas. ¡Cómo si nosotros no fuéramos Europa, oiga! Oyes a hablar a determinadas gentes, casi siempre de similar ideología, y no se les cae de la boca eso de «la culpa la tiene Europa», «Europa solo sirve para multiplicar el papeleo», etc, etc. Cuando les llegan subvenciones, ayudas o becas Erasmus para el chico suelen cambiar de opinión. Me imagino que el pacto del jueves, si es que se lo han leído, les habrá hecho modificar, aunque sea un poquito, su postura y les acarreará algunas dudas y preguntas. Verbigracia: sin el paraguas europeo, ¿habría podido salir España antes y mejor de la crisis?, ¿quién nos hubiera prestado el dinero necesario para afrontar los daños de la pandemia?, ¿a qué intereses? Interrogantes que tienen una única, y negra, respuesta, la que se niegan a aceptar los negacionistas, esos ultranacionalistas que rechazan Europa pero que, en el fondo, saben que no hay otra salida. O que esta es la mejor de las soluciones posibles. ¿Acabarán aceptando tal verdad de Pero Grullo? Desconfío bastante. Es una tropa que solo mira por lo suyo. Y lo suyo es desgastar a los gobiernos democráticos y a la propia Democracia. Como diría Antonio Machado, solo usan la cabeza para embestir.