Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Convivencia y Libertad

15/11/2020

En la década de los 80,  hubo un Manifiesto por la igualdad de derechos lingüísticos en Cataluña.  2.300 fueron las firmas que se amparaban dentro de una línea dialogante y respetuosa. Pedro Penalva, uno de los firmantes, publicó varios artículos en La Vanguardia. En 1977 antes de las primeras elecciones generales advertía sobre la comprensión para evitar enfrentamientos y radicalismos peligrosos. 
Tengo delante uno de sus brillantes artículos de 1981 donde menciona a otro artículo suyo: La nación española. Esta hoja amarillenta por el paso del tiempo, concreta aspectos jurídicos, políticos y filosóficos sobre «nación, nacional y nacionalidad» y expone el peligro en aras del consenso de forzar conceptos, definiciones y acepciones para el pueblo español. En otro apartado lamenta: «La mentira y la calumnia no pueden aceptarse como argumentos válidos para defender las reivindicaciones del catalanismo histórico, preso del catalanismo político». La frase recuerda hoy a altos cargos, léase Gobierno, presidentes de CCAA del PSOE y otros muchos que deploran ciertas bravatas pero que no van más allá y el pueblo llano, que no es tonto, ve en esto un cobarde ejemplo democrático ante el temor a que les muevan el sillón.
Sigue Penalva: «Los dirigentes de los partidos políticos en Cataluña, pocos aceptan ese catalanismo político para utilizar el catalán, no como vehículo de cultura,  unión y entendimiento, sino como arma de exclusión, como utensilio para detentar y ocupar parcelas de poder previamente pactadas. La Generalitat es parte del Estado español, pero antes que Estado, España es una nación».
El bilingüismo es riqueza cultural. No pueden desterrar el castellano de Cataluña. No pueden discriminar, prohibir la lengua vernácula-oficial de esta vieja Nación. Sociológicamente Cataluña es bilingüe, pero vemos que el sectarismo de determinados comisarios políticos que descaradamente acumulan cargos, pisan España y cobran de su erario público, se están encargando de destruirla. 
Los idiomas son vínculos de comprensión y nadie debería utilizarlos como arma arrojadiza. ¿Qué tipo de democracia fascista nos están imponiendo?