Nada ocurre por casualidad, todo acto conlleva un antes y un después. En política puede haber ocurrencias descontroladas como las de la señora Ayuso, que derrocha dinero público en un hospital sin médicos ni enfermeras mientras tiene vacías plantas y plantas hospitalarias en los ya existentes. Pero, también, hay malas decisiones que tendrán graves consecuencias para la ciudadanía, tal fue el caso de Albert Rivera, un hito histórico de mal hacer en política que nos ha llevado a la situación presente. No contento con ello osa hablar y opinar para seguir entorpeciendo cuando está fuera de juego. Hay varios ex cuyo ego divino y aires de grandeza no les permiten estar lejos de los focos, léase Aznar, Felipe González, Alfonso Guerra, etc. ¡¿Por qué no se callan?! Ante la espantada de Ciudadanos, que hubiera marcado un camino medio y moderado en la política española, Pedro Sánchez no tuvo otro remedio que ceder al PP o formar gobierno con Podemos. Por un lado, hemos tenido suerte de que la pandemia nos cayera con este gobierno, qué hubiera sido de una inmensa mayoría de familias en manos de una derecha española tan fiera como ególatra. Pero, no hay bien que no venga mal, y con la fórmula adoptada nos vemos escorados hacia unas concesiones que no deben tener lugar: pactar con Bildu y ceder más catalanismo en perjuicio del resto de España. Un paso más en concesiones de las que ya dieron el Aznar que hablaba catalán en la intimidad y González para no perder las riendas. Los nacionalismos son chantajistas por naturaleza, aparte de muy peligrosos para la convivencia e insaciables en todos los niveles. Francia, que tanto gusta a catalanes y vascos no tiene autonomías, es una república única, soberana y el francés la única lengua oficial del Estado. En España siempre vivimos en los Reinos Taifas, gastando tiempo y recursos en disputas internas. Penoso.                www.elisadocio.com