Juan Manuel Pérez

ENTRE HOY Y MAÑANA

Juan Manuel Pérez

Periodista


Dejarte vivir

08/05/2021

Ni los odiadores de Ayuso ni muchos de sus compañeros de partido -esos que llaman barones-, han interiorizado en su justa medida el éxito de la presidenta madrileña. Los primeros se empeñan en seguir las teorías de Tezanos y achacar su triunfo a los tabernarios, a su decisión de mantener abierta la hostelería en Madrid, contra el criterio de los prudentitos, y a otras ocurrencias populistas. Sus haters más cool le cuelgan el sambenito de trumpista, y así se evitan desarrollar sus argumentos; el que lo entienda, bien, y el que no es otro trumpista como ella. Los segundos, los de sus siglas, creen que el tirón ayuser les impulsará también a ellos en sus propósitos de afianzarse en sus reinos de taifas. De esa misma opinión también es Pablo Casado, que quiere aprovechar el éxito exclusivo de su candidata madrileña para relanzar su carrera hacia la Moncloa. Se pegó a ella en el balcón de Génova y no se va a despegar hasta las próximas elecciones generales.
Los derrotados en los comicios del martes y sus acólitos ya no solo se dedican a insultar a Díaz Ayuso; ahora añaden a su desprecio a los ciudadanos que la han votado de forma tan abrumadora, sobre todo a los que lo han hecho en feudos dominados históricamente por la izquierda. Ha dejado escrito en su cuenta de Twitter el catedrático de Filosofía Política de la UPV Daniel Innerarity: Cuanto peor sea tu opinión del adversario que te ha ganado más estúpida será tu derrota. Al parecer se ha dejado llevar por esa corriente la vicepresidenta Carmen Calvo para proclamar que a los socialistas no les gusta hablar de berberechos o que Madrid está poco menos que desbordado de fascistas. Y entre estos últimos incluye a los exvotantes de Ciudadanos, que se han debido pasar a Ayuso por «su discurso ultraderechista», que dijo la de Cabra en el programa de Alsina.
El sosiego de los madrileños cuando acudieron a las urnas dejó en mal lugar el discurso guerracivilista de la campaña. Ni venían los nazis ni estaba en peligro la libertad. Al final todo fue más sencillo. Los electores se decantaron por una candidata que les dejaba vivir en paz y que no pretendía estabularlos con sus discursos identitarios.