Me gusta la iniciativa del desarrollo de la trufa en nuestra provincia, al leer las noticias de la Feria de la Trufa en Baltanás, y que ya hay unos 25 agricultores palentinos dedicados a su producción, sumando 300 hectáreas. La verdad es que los esfuerzos de Baltanás para la divulgación gastronómica son muy interesantes, como la ya consolidada Feria del Queso y el Vino con la que tuve el placer de colaborar algunos años u otras actividades. Vaya aquí mi enhorabuena a MarÍa José y su equipo municipal.
Por supuesto, todo aquello que sirva para dinamizar la economía rural, para fijar población y empleo, sobre todo con productos de valor que aporten no sólo viabilidad, también imagen cualitativa, merecen mi máximo respeto y un gran deseo de éxito. Pero la trufa es un producto enormemente controvertido, que causa admiración e incomprensión en muchos paladares; su perfil gustativo, su intensidad, con frecuencia el desconocimiento a la hora de llevarlo a la cocina o incluso sobre las distintas calidades de trufas y su conservación y frescura, crean muchas confusiones y muchas reacciones negativas tipo «no me gusta la trufa». 
Particularmente, la consumo con mucho cuidado, huyo de aceites trufados y platos al aroma de trufa, que suelen ser industrializaciones de pésima calidad muy dominantes sobre el resto de ingredientes con el que se les hace jugar, y los encuentro con una gran falta de equilibrio gustativo. Sin embargo, cuando me encuentro con quienes trabajan con trufas de máxima frescura y aportando la sutileza justa y en su apropiada medida, obtengo gran placer en su degustación.
Platos soberbios con trufa he podido disfrutar muchos; por centrarme en restaurantes de Madrid, en Saddle, complementando guisantes o su solomillo Rossini; en Alabaster, sobre puerros y anguila, o formando parte de fantásticos niguiris en Yugo The Bunker o Umiko. El afamado chef de Don Giovanni, Andrea Tumbarello, a quien algunos le llaman cariñosamente Trufarello, es el más famoso de los cocineros que ejercen en nuestro país trabajando la trufa. Y no debo olvidar la tortilla de patatas con trufa de Roostiq o la pizza trufada de Lakasa.
En fin, que podemos adorarla u odiarla. Y me repito, qué controvertida puede ser la trufa, ¿verdad?