César Merino

César Merino


El gran reseteo

02/11/2021

Por el momento la Tierra sigue girando sobre el mismo eje y no tenemos motivos para pensar que dejará de hacerlo en el futuro. Sus fugaces moradores, sin embargo, nos dirigimos hacia una sociedad en la que cada vez será más difícil reconocer aquellos principios y valores en los que generaciones nos hemos criado, hacia una sociedad tutelada, menos libre y razonable, y ya estamos viendo amanecer el día en que, como diría Chesterton, "será preciso desenvainar una espada para afirmar que el pasto es verde".
Y el camino que seguimos es el que marca, por ejemplo, la Agenda 2030, ese instrumento para cambiar el mundo patrocinado por las élites económicas, grandes multinacionales, big tech y principales gestoras de fondos de inversión a quienes, que sepamos, no hemos encomendado ni votado los ciudadanos para llevar a cabo tamaña empresa.
Es precisamente ese descarado ataque a nuestra soberanía individual y colectiva lo que genera inquietud y rechazo. El quid de la cuestión estriba en que este proyecto exige que nos guiemos no por nuestra libertad y conciencia, sino según los dictados impuestos, o de otro modo caer en el ostracismo y ser tachado de negacionista, precisamente por quienes niegan a los demás el derecho a disentir.
Los pilares de este cambio inducido, de este cambio que no parte de la ciudadanía sino que se proyecta sobre ella desde las elevadas esferas del poder son el control de la población, la ideología de género, el cambio climático, el multiculturalismo…
A destacar el excelente maridaje que estos poderes económicos han hecho con el postmarxismo vigente, solo contradictorio en apariencia. Ahí tenemos, sin ir más lejos, al secretario general del Partido Comunista de España ejerciendo el puesto de secretario de Estado para la Agenda 2030. Unos y otros coinciden en querer eliminar los "dioses fuertes" de nuestra civilización, las comunidades naturales como la nación y la familia, los sentimientos religiosos. Unos y otros colaboran unidos, como dos caras de la misma moneda, en extender el capitalismo de Estado, a través de la globalización del consumismo y del igualitarismo, que concibe al ser humano como alguien privado de trascendencia y movido por el único objetivo de satisfacer sus deseos.