Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Mujeres: 8 de marzo

05/03/2023

A las que hoy dedico mi colaboración en Diario Palentino. Alzad la voz ante las intolerancias y discriminaciones directas o indirectas. Pero, sobre todo, vosotras, las más longevas, a las que os cuesta comprender a la sociedad en la que vivimos, Muchas  comentáis que os veis perdidas y angustiadas especialmente cuando debéis solucionar algo relacionado con algunas entidades. No ocultáis que estáis demasiado solas ante problemas que  incluso son de ámbito cotidiano. Que solo encontráis palabras que no entendéis debido al avance de las tecnologías. Y más de una y de dos, atónitas, habéis captado y otras oído, que no pueden seguir perdiendo más tiempo con vosotras. ¿Duele, verdad? Os habéis sentido relegadas. Es cierto que el tema del envejecimiento tiene una especial  emotividad. Pero no es menos cierto que esa especial emotividad cuando se trata de hacer números a cuenta de los mayores es menos compartida. Visto así, sería bueno plantear nuevos patrones, por nosotras, por ellos, y en previsión de los que nos reemplazarán. La figura del Defensor del Mayor existe desde hace años en otras provincias de Castilla y León. Deberíamos implicarnos tomando como ejemplo todo lo que nos favorezca. Que ayude a las personas que se encuentren en estado de no saber decidir por sí mismas, tengan o no capacidad motriz y económica. De  modo que nuestros derechos como personas sean reconocidos y respetados en esta dura etapa de nuestra vida. Y puesto que somos mayores y no idiotas, vemos que hay entidades  que dejan de ser, según eslogan del pasado, nuestros amigos. De ahí, la necesidad de que alguien repare en esta petición o lo de un empujoncito para que a quien corresponda, lo haga realidad recogiendo nuestras quejas y sugerencias. 
Como prueba fehaciente sobre el poderoso sector bancario, el jubilado Carlos San Juan entregó 600.000 firmas a este respecto. La ministra Calviño prometió que eso se arreglaría pero nada más lejos de la realidad. Lo malo no es que los mostradores de esas entidades desde los que nos atendían hayan desaparecido; sino  su  amable personal. Y nosotras, mujeres, hablar sin hacer nada, en nada  queda.