Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Color Ayuso

08/05/2021

Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros». Así, tan genialmente y sin despeinarse, plasmaba Groucho Marx el sucesivo e infinito cambio de chaqueta ante el público ovacionante en beneficio de la saca personal, o sin él, pero con un taimadamente pretendido rédito futuro en el refajo del jetismo más desvergonzado.
Hay quien atribuye la frase a cierta publicación periodística neozelandesa casi un siglo antes de saltar al ruedo como proverbio Marxista (de Marx, Groucho) pero el romanticismo no me permite un tejemaneje de autorías y me suscribo fielmente a la del de «que paren el mundo que yo me bajo».
Pero cuando una persona se acerca a unas urnas a ejercer su secreto, si quiere gustar de esa intimidad, derecho democrático son sus propias motivaciones las que dictan la elección de una papeleta u otra. Irracionales, sentimentales… o meditadas a conciencia indagando en pasados, presentes y futuros… o porque le sale de donde le tenga que salir. 
A lo que hemos asistido en las pasadas elecciones de la Comunidad de Madrid, tiene pocos precedentes. Barrios, municipios, vecindarios, cuchipandis… tradicional y solemnemente tintados por un color han consultado las combinaciones del pantone para conseguir ese nuevo tono, que no es el Azul PP (que no se caliente ninguno intentando atribuirse aquí méritos de partido). Es un color nuevo llamado Ayuso. Y no es porque su tradicional chaqueta de los domingos ya no les hiciera tilín o el talle les quedara apretao por los kilos atrincherados en las lorzas del confinamiento. Es porque ante un trance tan desesperado y letalmente largo como está suponiendo esta pandemia, han sacrificado sus motivaciones más ancestrales premiando a una mujer que ha intentado equilibrar la balanza de los fallecimientos por el bicho y las muertes en vida a pie de calle y a golpe de bajada de persiana. Y ha peleado por procurarles no sólo un presente digno ante un virus mortal que nos ha coartado la libertad, sino también una locomotora de futuro y de esperanza que, aunque ha ralentizado su marcha, no se ha detenido utilizando su valentía y su convicción como combustible de emergencia, despertando por un momento, ahora, a Groucho de su descanso eterno para que les vuelva a gritar: ¡¡¡más madera!!!
Y los ricos, cada vez más brillantes, y los vaciados, cada vez con más pulgas.